viernes, 18 de diciembre de 2020

"Museo de pérdidas", de Valeria Correa Fiz.

De vez en cuando me encuentro con libros que me recuerdan a los grandes libros que leí cuando iba descubriendo, día tras día y obra tras obra, los secretos de la buena literatura. 
 
El libro de poemas "Museo de pérdidas", de la escritora argentina Valeria Correa Fiz, publicado este 2020 por Ediciones La Palma, me recuerda los libros que editaba Hiperión en los 80 y las tardes que pasé en su librería tan próxima a la Puerta de Alcalá. Casi siempre terminaba leyendo en el Café Lyon, que estaba a la vuelta, el tercer café que para mí siempre representará la triada mágica (como diría Ortega) de los cafés de Madrid que he conocido, junto al Gijón y el Comercial. Y hablando de conocer, conocí a la editora de La Palma, Elsa López, en Santa Cruz de Tenerife, y por ahí debe de haber una fotografía con ella. A Valeria la conocí en una fiesta en la casa de la escritora Clara Obligado, en cuyo taller es profesora. El poético libro de Hölderlin lo conocí siendo muy joven y desde entonces sonrío a Diotima en cuanto puedo. 
 
He relacionado todo esto mientras me tomo el primer café del día porque antes lo hizo mi mente tras leer este "Museo de pérdidas", un libro de calidad, de los que lees hasta los pies de página porque la poesía la encuentras a cada paso. A un libro de poemas le pido la conjunción entre la forma o sustancia exterior y la interior, algo que observo en este caso. Y a pesar de que su autora habla de algunas pérdidas, reales o metafóricas, que se han producido en su vida, lo que ha escrito es un homenaje a las palabras, al hecho creativo, a la literatura. De esto quiero que nos hable cuando venga a la tertulia en 2021. "Ars Poética" es el último poema del libro y lo resume con acierto:
 
"Escribo (trabajo sucio contra el olvido) *
acerca de
lo real devastado.
Canto la endecha (extraña danza)
de un mundo
perdido o que agoniza:
y todo vuelve a ser (real)
cuando lo nombro.
Me lo quitarán todo,
menos
el misterio de la voz que me escribe".
 
* ¿Es la letra el pasadizo entre lo invisible y lo visible?
 
El otro día iba en el coche y se puso a llover con fuerza. Me detuve, lo aparqué en doble fila, busqué el libro de Valeria que estaba en el asiento de atrás y lo leí. En cierto momento se acercó una de esas señoras con chaleco amarillo que pone multas de estacionamiento y le pedí que me dejara terminar el libro. Volvió dos veces más y al final le leí un poema mientras pensaba en "El banquete" de Platón donde aparece Diotima y su significado sobre el amor. Y pensé en la platónica historia de amor entre Hiperión y Diotima, es decir, en la historia de amor entre Hölderlin y Susette Gontard. 
 
Mientras arrancaba el coche y la señora de las multas se despedía de mí con grandes muestras de afecto a pesar de la mascarilla, di las gracias mentalmente a Valeria por impedir que me pusieran una multa.
 



 
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1 comentario:

  1. Nombras a Diotima y aprovecho para recomendarte el libro de mi buena amiga Laura Mas, La maestra de Sócrates, del que me (y le) encantaría conocer tu opinión.
    https://historia.nationalgeographic.com.es/a/diotima-fue-olvidada-no-era-concebible-que-mujer-brillase-por-su-cuenta_15615/amp

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