sábado, 12 de diciembre de 2020

"Un paseo en coche por las calles de Madrid".

¿He dicho alguna vez que me gusta pasear en coche por las calles de Madrid cuando está nublado, incluso cuando llueve, aunque sea ligeramente, como ayer por la mañana, después de terminar una de las últimas clases de este cuatrimestre, en medio de un atasco y al lado de los semáforos en rojo y los pasos de cebra para observar a la gente y preguntarme por lo mucho que han cambiado debajo de la mascarilla, mirando los escaparates del Barrio de Salamanca, las tiendas de moda de Argüelles y los bares que se han trasladado a la calle en forma de terrazas con estufas que crean el nacimiento del fuego de Claude Lévi-Strauss, mientras escucho la Cuarta Sinfonía de Brahms, https://www.youtube.com/watch?v=7QLuYj2jxoc, bajo la dirección de Bernard Haitink con el que tanta música aprendí desde Radio Clásica, ahora desde el Albert Hall de Londres, aquel lugar en medio del Hyde Park donde entraba y salía con Paqui y a veces con José Ramón, y ese inicio que tanto me emociona a pesar de que lo haya escuchado cientos o miles de veces desde que me lo regaló mi padre mientras me llevaba de la mano por el Rastro en busca de piedras preciosas y mi madre nos decía que parecíamos dos piratas escapados de una isla del tesoro, unas aventuras que cambié años después por las del escritor ensimismado, para escribir entre líneas que me gusta la vida en sí misma, como una expresión singular del origen de todas las cosas, una vida llena de música, de novelas y de poemas, de viajes, de alumnos, de besos y caricias, y sacarle fotos, sacar fotografías a la vida me gusta mucho, como la de esa esquina de la calle Ayala con el Paseo de la Castellana de ayer viernes por la mañana, casi al Mediodía, cuando parecía que iba a llover?

 


 

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