martes, 8 de junio de 2021

"El despertar de Pizarnik".

La escritora y traductora argentina Alejandra Pizarnik se quitó la vida en 1972 con 36 años, y ahí nació su leyenda. El pasado 29 de abril hubiera cumplido 85 años.
 
La editorial Huso, dirigida por Mayda Bustamante, ha reunido a 85 escritoras de 15 países (España, Argentina, Chile, Cuba, Uruguay, Perú, México, Polonia, Bulgaria, Australia, Marruecos, Francia, Italia, Rumanía e Israel), algunas amígas mías, para rendir un homenaje a la intensidad de una obra que ha marcado a varias generaciones. Y este jueves presentan el libro. 
 
No me hubiera importado invitar a esta mujer a la tertulia del Café Gijón. Creo que me hubiera enseñado muchas cosas. Las veces que he pensado en Pizarnik siempre me han venido a la cabeza aquellos estudios de Filosofía y Letras que nunca logró acabar, su obsesión por la lectura (Artaud, Rimbaud, Lautréamont, Sartre, Faulkner), su amistad con Cortázar y Paz (que escribió el prólogo a uno de sus libros de poemas), su niñez infeliz en la que siempre se vio como un "patito feo", su adicción a los fármacos, su complicada sexualidad, los años que vivió en París sintiéndose una mujer libre y "escritora", su coqueteo con la depresión y el psicoanálisis. Precisamente, uno de sus poemas más conocidos se llama "El despertar", que dedicó a su psicoanalista León Ostrov. Y todavía no sé por qué escucho esta canción mientras me tomo el primer café de la mañana. Quizá porque para mucha gente la vida sea otra cosa:
 
"El despertar".
 
"Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
 
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
 
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
 
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
 
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
 
Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada
 
Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue
 
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?
 
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
 
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
 
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde
 
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
 
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
 
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo".
 
(1958)
 

 

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