Anoche volví a ver la película "Sarabanda" (2003), de Bergman, con los actores Liv Ullmann y Erland Josephson que habían interpretado los mismos papeles en "Secretos de un matrimonio" (1973), tambén de Bergman, y que se separaron por la infidelidad de él. Además de mencionarse a Bach continuamente en la estructura de dúo de una zarabanda, la nieta del personaje de Josephson se refiere a la gran dificultad de interpretar la sonata para celo de Hindemith. Ahora me he despertado escuchando esta sonata, que me gusta casi tanto como las partitas de Bach:
Mientras la escucho recuerdo la ópera más conocida de Hindemith, "Matías el pintor", referida al pintor alemán del siglo XVI, Matthias Grünewald (1460-1528). Su lucha por expresarse artísticamente en el clima de represión de su época es un espejo de la propia vida de Hindemith. El nazismo consideró la obra de este como degenerada y tuvo que exiliarse. La obra maestra de Grünewald es el conocido "Retablo de Isenheim" (1512-1516), con las tentaciones surrealistas y terribles a San Antonio, claramente inspiradas en El Bosco. Este retablo lo forman nueve paneles; el más famoso es su tabla central, con una Crucifixión pintada al temple y óleo sobre panel de madera, donde el peso de la culpa de los hombres parece que está a punto de hacer caer el palo de la cruz. El políptico abierto alcanza cerca de ocho metros. Se exhibe en el Museo de Unterlinden de Colmar, Alsacia, Francia. Grünewald tuvo que abandonar, precipitadamente, su puesto de pintor de la Corte el año 1525 ya que que se puso de parte de la revuelta campesina y del protestantismo. Supongo que estas reflexiones tendrían que transportarme de nuevo a los dramas psicológicos que aborda Bergman en el siglo XX y que tanto deben a Freud, Jung y Lacan.
Hay
personas que viven y respiran creando obras, en la pintura, la música,
la literatura o el cine. Apuro el primer café de la mañana y pienso que
en la actualidad la principal censura no es política, sino de tipo
económico, el hecho de pretender poner un precio a todas las cosas,
incluidas las obras de arte. Y también el pensar que una obra debe ser
una obra de arte en el menor tiempo posible, casi al instante. El
sistema capitalista lo devora todo, hasta el significado más íntimo de
la rosa.
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