viernes, 4 de junio de 2021

"En la Feria del Libro del Retiro de hace 2 años".

Estoy firmando en la caseta de la editorial Bartleby, con Pepo Paz Saz, el editor, y María Victoria Huertas. Me lo recuerda hoy esta red social. Era esta misma época del año, con un luminoso y primaveral parque del Retiro. La fotografía me dice que los años van pasando, pero quedan las vivencias. A Pepo lo conocí cuando su editorial me publicó "Entrevías mon amour" en 2009, siguiendo los consejos de Manuel Rico, su director de poesía. Es una novela de amor y guerra dedicada a los que siempre pierden en las guerras. Desde entonces Pepo y yo nos convertimos en grandes amigos y hemos compartido muchas cosas de la vida privada. María Victoria me conoció leyendo los artículos y cuentos que publiqué durante varios años seguidos en el Diario Progresista dirigido por Antonio Miguel Carmona. Luego se incorporó a la tertulia del Gijón y nos hicimos buenos amigos. Es una persona elegante, entrañable, discreta, fiel a sus amigos. Sí, observo la foto con detalle, me tomo el primer café de una mañana de primavera y pienso en una frase de Pessoa que siempre me ha gustado, en el sentido de que somos de la altura de lo que vemos, no del tamaño de nuestra estatura. Y también pienso que el tiempo se me va escribiendo, dando clase y viviendo. De alguna manera firmar libros a mano o escribir un texto, un ensayo, un cuento o una novela en el ordenador es como tocar el piano, como abarcar todas las teclas que existen en la vida, las blancas y las negras, las luces y las sombras que definen nuestra propia vida, como abarcar todo el amor, como pudo hacer Chopin:
 



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