Si entras en el Musée d´Orsay, uno de los lugares más hermosos del mundo, y recorres la enorme sala de abajo que fue una estación de ferrocarril, te encuentras en las salas de la izquierda las obras de William-Adolphe Bouguereau, 1825-1905, el pintor francés fuera de época. En ese lugar mágico ella se queda extasiada contemplando los cuadros y le dan ganas de dibujarlos en su libreta. Ayer empecé a leer la primera novela de Pablo J. Rico (Zaragoza, 1955), "Pau, el hombre que mira lejos". Rico es un crítico de arte que ha vivido en medio mundo y que ha dirigido la Fundación Miró y el Museo Pablo Gargallo. Las exposiciones han constituido toda su vida, y ahora ha decidido escribir una interesante y compleja novela "metaliteraria", de esas que me apetece leer y terminar, hablando del fenómeno de la creación artística, a través de un tipo que tal vez se parezca a él. Rico juega con todos los elementos de la narratología que siempre busco cuando leo una novela, el narrador, los personajes, la trama, el tiempo, el espacio y el discurso, y lo hace con buen gusto y ese deseo prometeico de representar el mundo en 300 páginas. En la página 58 leo esto: "Aquel día Pau vio por primera vez desnuda a Berenice. Fue en una de las calitas de Ses Platgetes a unos cientos de metros de su casa en Es Racó de sa Pujada. De pie, como una diosa griega sobre su pedestal de arena blanca de la playa (...) Nos encontramos en Formentera y después de que el narrador describa la escena en que la chica se quita el bikini, dirá que el protagonista la relaciona en seguida con El nacimiento de Venus, de Bouguereau, "solo que el rostro y el cabello de Berenice eran como los de Ofelia de Millais".
En ese momento me vinieron varias imágenes a la cabeza. Aquellos tres estudiantes de la Royal Academy de Londres, en la Inglaterra victoriana del año 1848, John Everett Millais, Dante Gabriel Rossetti y William Holman Hunt, que fundaron el movimiento prerrafaelita, el segundo de mis "Cuentos de los otros" (2017), dedicado a la Ofelia de Millais, precisamente, y el etéreo y nostálgico "Sueño de amor" de Liszt.
Y ella, es decir, tú, porque tú eres esa Venus que nace el primer día del verano en la cabaña de madera que buscan encontrar todos los amantes al menos una vez en la vida, mientras dibujas en la libreta un desnudo en el museo del centro de París, junto al Sena, y Khatia Buniatisshvill toca el piano para nosotros, solo para ti y para mí, en el Día de la Música, porque todos los días son ese día si ella, si tú piensas en mí:
Gracias por tu comentario y preciosa reseña, Justo... Imagina pues la divina visión de Berenice y por qué Pau la tuvo siempre como musa. Incluso a Ofelia... ¡Qué mestizaje de belleza!!!
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