Quizá las armas de la arquitectura, la poesía, la música, la literatura y del resto de las artes sean diferentes en sus códigos. pero todas marcan el camino del ser humano en busca de la belleza. Esto es lo que nos ocurrió ayer por la tarde en torno a la obra marcada por el nacimiento del "Estudio Marrero", único atelier de arquitectura que perdura hasta el presente con 89 años de existencia. Creado por el primer arquitecto de la familia, José Enrique Marrero Regalado, tío abuelo de José Félix, y continuado luego por su padre, Félix Sáenz Marrero, por él mismo y por su hija Cristina. Y todo ello lo contaron, apasionadamente, José Félix y una encantadora María José Muñoz Spínola que, desde su visión de arquitecta y amante de la literatura, nos llevó hacia el libro de José Félix "Pirámides de Aire", como una especie de testimonio literario en torno a una experiencia de muerte y resurrección, tras su "segundo nacimiento" en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid, al practicarle un doble trasplante de pulmón el 16 de julio de 2013. Este libro es el fruto de esa experiencia surgida desde la perspectiva de un humanista, arquitecto y poeta. A lo largo de casi dos horas hablamos todos, y repasamos la historia reciente de la arquitectura en Tenerife y en el mundo, y nos detuvimos en las obras de esta familia de arquitectos, como la conocida basílica de la Candelaria (por cuyos alrededores tanto he paseado), la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, algunos de los barrios nuevos, los cines clásicos de la ciudad, como el Víctor y el Rex, los hoteles levantados en el norte y el sur de la isla, como el del Médano, en el que he tomado tantos aperitivos mientras contemplaba el mar, o la más reciente estación del tranvía. Como escribió Frank Gehry, "La arquitectura debería hablar de su tiempo y su lugar, pero anhelar la atemporalidad".
Y esa es la que vivo por el mundo y en esta tertulia, lo que me lleva a recordar la cantidad de películas que he visto en el cine Víctor de Santa Cruz de Tenerife, perteneciente a una familia que conocí en la isla y cuando aún no sabía que lo había levantado el Estudio Marrero, y que hace muchos años me llevó al Norte por el Noroeste, pasando por Tenerife. Vi esta película tres veces seguidas. Al salir, en la plaza de la Paz, de la Rambla, siempre salía el sol:
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