martes, 5 de abril de 2022

"La mano tendida de Luis Ángel Lerena Guinea, director del Servicio de Estudios del Banco de Bilbao".

El señor de la foto fue mi jefe directo en el Servicio de Estudios del Banco de Bilbao. He escrito tres días seguidos sobre arquitectura en esta red social. Hoy tenemos a un arquitecto en nuestra tertulia del Gijón, José Félix Sáenz-Marrero, al que introducirá la arquitecta María José Muñoz Spínola (me gusta la admiración intelectual que ha surgido entre ella y Javier del Prado). El sábado escribí sobre la familia de arquitectos tinerfeños de José Félix; el domingo sobre la película de Vidor "El manantial" relativa a otro arquitecto basado en Frank Lloyd Wright, interpretado por Cary Cooper, y ayer me centré en la singular torre del BBVA levantada por Sáenz de Oiza en los 80. Hoy voy a hacerlo de la primera persona que me dio la mano en el Servicio de Estudios de aquella torre, en la planta 22, cuando yo era muy joven, recién licenciado, y España llevaba pocos años inmerso en aquella Transición Política tan necesaria.
 
- ¿Qué nota sacaste en la asignatura de Econometría?
 
Es la única pregunta que me hizo durante la entrevista Luis Ángel Lerena Guinea, el señor de la fotografía. Nació en Nájera (La Rioja), en 1937 y cuando lo conocí ya era Subdirector General del Banco y Catedrático de Economía Internacional en la Complutense. Ya había sido profesor en Deusto y participado en foros en Davos, ese lugar inusual para la mayoría de los españoles de la época. Durante aquel tiempo me encargó varios informes y estudios sobre la situación de España y del mundo. Era un hombre simpático, honrado, muy bien preparado, que dejaba trabajar a su equipo. Conocía y valoraba a mi maestro, Luis Rodríguez Sáiz, y este hecho era importante para él y también para mí. Nunca me metió prisa para acabar nada. Él sabía que yo terminaría el informe cuando tuviera que hacerlo. Confiaba en mí y yo me acostumbré a que lo hiciera. Cuando le comenté que deseaba irme a la Universidad, sonrió y me dio un fuerte abrazo. Un tiempo después enfermó gravemente y debió retirarse demasiado joven. 
 
Murió en 2010 con 73 años.
 
Ayer tuve muchas clases por la tarde. A la salida me subí al coche, dejé atrás la Ciudad Universitaria y sin apercibirme apenas de ello enfilé, unos minutos más tarde, el Paseo de la Castellana a la altura del Bernabéu. Divisé la torre que fue del Banco de Bilbao y detuve el coche. Puse música y me vino la imagen de Lerena a la cabeza. Ya estaba anocheciendo, con esa serena lentitud de la primavera, y lo primero que pensé es que siempre he estado rodeado de gente íntegra e inteligente, profesionales bien preparados que creen en la misma libertad e independencia que intento inculcar a mi hijo y mis alumnos.
Antes de irme a clase, vuelvo a escuchar la música que escuché en el coche, echado hacia atrás y con los ojos cerrados.
 
Sonrío serenamente, como la primavera:
 

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