¿He dicho alguna vez que me gusta la gente? ¿Que me gustan las tabernas y los cafés, el sonido del viento y el calor del sol y el frío de la nieve? Me gusta ver llover y mojarme, me gusta ver correr a los niños y sonreír a sus padres. Y tomarme el vermú al mediodía, en una terraza, al sol, mientras dos tipos tocan la guitarra y llenan de música mis sentidos y mi piel, algún bolero o un tango, algo de Aznavour o Amaral. Las palomas se acercan a comerse las patatas fritas sobre la mesa. Los perros estiran el cuello. Un par de gatos se acurrucan a la sombra, bajo una silla que parece de enea, como el junco de aquel poeta chino que llevaba las pinturas en su corazón. Mi mente está a gusto, mirando, ofreciéndose, aprendiendo de la vida.
¿Te he dicho alguna vez que sin ti no soy nada?
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