jueves, 11 de noviembre de 2021

"En el Día de las Librerías".

En unos momentos en los que parece que la profesión del librero (tradicional) está a punto de desaparecer, o al menos se encuentra amenazada de muerte, me gustaría hacerles un pequeño homenaje deteniéndome unos instantes en la figura del "estacionario", origen del actual librero. 
 
Como es sabido, las universidades (o estudios generales) nacieron en Europa en los siglos XII y XIII. Junto a la calidad del profesorado y de la existencia de las instalaciones adecuadas, era necesaria una figura que garantizara la calidad de los textos que eran manejados por los estudiantes, en una época en que la imprenta aún quedaba lejos. Aquella figura se denominó "estacionario", y tuvo una función esencial en el sistema educativo medieval. El estacionario contaba con unos ejemplares o copias de los libros de clase, de calidad muy contrastada y aceptados por los profesores y el propio rector de la universidad. Como se encontraban desencuadernados, los propios alumnos - o los copistas profesionales - podían hacer copias de los mismos sin dificultad. Alfonso X aseguró en un documento del año 1254 que el estacionario debía contar con “los exemprarios buenos e correctos”. En las “Siete Partidas” (1256-1265) -en este dibujo- consideró al estacionario indispensable en todo estudio general, ya que gracias a él los estudiantes podían hacerse con copias fiables y corregir los errores existentes en otros casos. El cambio en la forma de elaborar los libros transformó el oficio del estacionario, y terminó por privarle de su propio nombre. Desde entonces se convirtió en el “librero” sin más adjetivos. Desde el siglo XVI, además, su nombre desapareció de los diccionarios y el mismo vocabulario. Como dice Ángel Gómez Moreno (mi profesor de "Ecdótica" o crítica textual de la Universidad Complutense), hubo que esperar hasta los años 30 del siglo pasado para que ciertas investigaciones sobre la copia de manuscritos a partir de ejemplares desmembrados en “pecias” o cuadernos lograran recuperar su figura.
 
Y como soy de los que siguen creyendo en los "estudios generales" de la Universidd y en los deseos de aprender de los jóvenes, me voy a ir caminando a clase mientras escucho esta música:
 

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