sábado, 22 de enero de 2022

"Arbos y la poesía de Julianne Moore".

Leyendo anoche a la norteamericana Marianne Moore, cuando la poesía no consiste en hablar de sí mismo, sino en crear una obra desde el conocimiento.
 
La crítica se ha pasado 70 años aprendiendo a leer a Eliot y Pound, 40 años haciéndolo con Williams y otros 30 con Stevens. Ahora le toca el turno a Marianne Moore (Missouri, 1887 - New York, 1972). Quizá sea la poeta más radical de Norteamérica, después de Emily Dickinson, la "antipoeta" por antonomasia. Llegué hasta ella por sus análisis críticos de la obra de Djuna Barnes. Moore estudió biología y luego literatura, y con su poética feminista rompió con la tradición literaria patriarcal de la época. Su pretensión nunca fue hablar de sí misma ni caer en lo confesional, y basó su poesía en la polifonía y el collage, en la reutilización de citas y en el reciclaje de los materiales lingüísticos. Dentro de la generación de Wallace Stevens y William Carlos Williams, creó un universo poético desde el mundo natural. Llenó su poesía de imágenes y símbolos turbadores de gran fuerza y belleza. Entre sus admiradores se encuentran Eliot, Pound, Auden (están juntos en la tercera foto), Ortega y Picasso. 
 
Este es su poema "El héroe" en una traducción de Olivia de Miguel, la profesora de la Pompeu Fabra que tradujo su obra completa para Lumen en 2010. El prólogo es suyo y el epílogo de Eliot.
 
"Donde nos apetece, vamos.
Donde el suelo es áspero; donde hay
malas hierbas altas como frijoles,
dientes hipodérmicos de serpiente, o
el viento trae la "voz espantaniños"
desde el descuidado tejo con
los semipreciosos ojos felinos del búho-
despierto, dormido, "orejas erectas erguidas en finas puntas"-,
en tales lugares el amor no florecerá.
 
No nos gustan ciertas cosas, y al héroe
tampoco; ni las lápidas extravagantes
ni la incertidumbre,
ir donde no se desea
ir; sufrir y no decirlo;
quedarse escuchando donde algo
se oculta. El héroe se encoge ante
lo que se precipita con aleteo amortiguado y un par
de ojos amarillos –de aquí para allá-
 
con un trino vibrante y acuoso, bajo,
alto, con gorjeos en basso falsetto
hasta que la piel se eriza.
Jacob agonizante preguntó
a José: ¿Quiénes son estos? y bendijo
a ambos hijos, más al más joven, irritando a José.
Y a su vez, José irritaba a otros.
Y también Cincinato, Regulo y algunos de nuestros
compatriotas se han sentido, aunque piadosos,
 
como Pilgrim obligado a caminar despacio
para encontrar su pergamino, cansados pero esperanzados-
sin que la esperanza sea esperanza
hasta que toda base para la esperanza se ha
desvanecido; e indulgentes, considerando
el error de sus semejantes con los
sentimientos de una madre-
mujer o gata. El correcto Negro de levita
junto a la gruta
 
contesta a la intrépida turista que visita el lugar
y pregunta al hombre que la acompaña: qué es esto,
qué es aquello, dónde está Marta
enterrada; "el general Washington,
allí; su señora, aquí"; hablando como
si representara un papel, sin verla; con
sentido de la dignidad humana
y reverencia por el misterio, de pie como la sombra
del sauce.
 
Moisés no sería nieto del faraón.
No es lo que como
mi alimento natural,
dice el héroe. Él no sale
a ver paisajes, sino cristal
de roca para ver –el asombroso Greco
rebosante de luz interior- que
no ambiciona nada de lo que ha dejado. A este lo reconoceréis
como el héroe".
 
Después de sumergirme en la profundidad de este texto, me vienen a la cabeza los siete temas de un disco del estonio Arvo Pärt, tan cercanos al canto gregoriano desde la actualidad:
 
Y así sigo aprendiendo.
 



 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario