sábado, 15 de enero de 2022

"El italiano".

Mi barrio ya se está llenando de alumnos. Las Universidades están de exámenes o a punto de empezar el segundo cuatrimestre, y esto supone encontrarme montones de chicos sentados en las terrazas de los Cafés con enormes deseos de reír y sonreír, de contarse sus cosas (la fotografía la saqué en una clase del 2021). Esta pandemia tal vez acabe (o modifique) con algunos de nuestros hábitos, pero no va a hacerlo con los deseos de vivir de los jóvenes, es decir, de la humanidad. Ayer por la mañana pasé por delante de una de esas terrazas y escuché comentar a un joven, que acababa de regresar de Italia, que aún estaba sorprendido por la belleza de las italianas. Unos metros más abajo pasé por una nueva terraza y unas alumnas se levantaron para saludarme, ya que les había dado clase también el año pasado. Después de unos minutos de conversación, continué mi camino, pero pude oír a una de aquellas jóvenes decir a las otras que nada más escucharme hablar el primer día de clase pensó que yo no parecía un profesor español, sino más bien italiano. Al entrar en una cafetería para tomarme un café con leche en vaso, sentí que en la radio se escuchaba esta canción:

Nací en Madrid, en el barrio de Chamberí, pero no hubiera pasado nada por haberlo hecho en Roma, ya que mi segundo apellido es de origen italiano, y ya sabemos dónde está y qué significado tiene la gran belleza:
 

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