miércoles, 19 de enero de 2022

"Te quiero, te quiero, te quiero".

Érase una vez una tertulia on line del Café Gijón.
 
Elena Gayán empezó buscando el inconsciente y el sentido de los sueños. Los sueños son formas del cumplimiento de un deseo. Ese deseo es censurado por el inconsciente. En este sentido el escritor tal vez lo tenga más fácil para saltarse el preconsciente y llegar a la realidad. Como dijo Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje y se despliega en los efectos del lenguaje. Y a lo mejor el escritor se limita a dar rienda suelta a ese lenguaje. Acto seguido María Rodríguez Velasco nos subió con ella a un escenario a través del juego simbólico, la imitación diferida y las imágenes mentales, e incluso nos hizo una breve lectura dramatizada de "La voz humana", de Cocteau, 1930. Almudena Mestre se zambulló en las relaciones entre el pensamiento y el lenguaje desde varias teorías esenciales, como la teoría conductista de Skinner, el innatismo de Chomsky, la teoría de Vygonsky, la de Piaget y el método neuropsicológico. Por último Silvia nos habló del lenguaje poético, partiendo de Jakobson y llegando hasta las tesis de Lázaro Carreter, tras distinguir entre el lenguaje ordinario y el poético. En este sentido, la poesía sería un tipo extraño de comunicación.
 
Mientras Silvia hablaba, su voz iba y venía graciosamente desde el micro de Zoom, como Lina Lamont y Don Lockwood en "Cantando bajo la lluvia", como nos recordó Javier del Prado, que repitió aquel "te quiero, te quiero, te quiero":
 
No sé si al final acabaré tumbado en un diván. Como dijo Freud, yo no inventé el inconsciente, lo inventaron antes los poetas, bueno y la gente de esta película. Yo también tuve una novia que salió de una tarta:
 

 

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