Y espero que pase pronto esta dichosa pandemia y volvamos a las tertulias presenciales en el Café Gijón, cuyo dueño es uno de mis ex alumnos (¿he dicho alguna vez que mis ex alumnos están por todas partes?), en el Paseo de Recoletos del centro de Madrid, entre las plazas de Cibeles y Colón, y Almudena Mestre y yo podamos bailar un vals como en esta fotografía de hace dos años y pico. Podría ser este de Aram Khachaturian, que me gusta mucho, ahí, en medio de la cripta del Gijón:
Junto a otros tertulianos, a la derecha de la fotografía se encuentra la profesora Pilar Benito, a la que conocí personalmente en 2014 en una Feria del Libro de Rivas Vaciamadrid, y a partir de ahí se integró en la tertulia. Anoche nos escribimos unos correos (no le pregunté si continúa en Senegal, donde lleva varios años enseñando en una escuela de ese país, entre otras cosas porque nunca pregunto nada a nadie), pero ella mencionó a su hija Alba. Pilar me dijo que Alba nació un 20 de julio y murió un 22 de noviembre; por eso este 2022 tiene un valor sentimental para ella.
Esto lo he escrito para Alba, allí donde se encuentre.
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