Ocaña, en Toledo, es un bonito lugar para hablar de la tesis que la filóloga Yolanda Brown está escribiendo sobre mi obra literaria en la Universidad Autónoma de Madrid. Como tiene una casa allí, fuimos a verla, pero antes comimos en el restaurante El Comendador de su Plaza Mayor.
Ya sé que soy un romántico empedernido, y siempre que me acerco a un sitio intento captar su atmósfera y su historia. Me gusta saber que una de las obras más conocidas de Lope de Vega (1562- 1635) se titula "Peribáñez y el comendador de Ocaña" (1614). A veces se representa en los teatros de Madrid, así como en la Plaza Mayor de las fotos. Una de las asignaturas del máster de Literatura Española que hice en la Universidad Complutense era "Lope", con el profesor Manuel Fernández Nieto, y me lo pasé estupendamente. Además en la carrera de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada estudié una "Literatura del siglo XV" impartida por José María Díez Borque, del que guardo una edición del Peribáñez (en la tercera foto), y esto también me hace ilusión. Su mujer, la profesora Ángela Ena, me dio la asignatura "Valle-Inclán" que me apetecía estudiar y conocer con detalle, convencido de que tan solo desde el conocimiento se logra escribir una buena y perdurable obra literaria. Hablamos, pues, del enfrentamiento entre dos hombres que no tienen nada en común. El Comendador, don Fadrique, representa al poder establecido, aquel hombre omnipotente que piensa que todo lo que ve y lo que desea está a su alcance por el mero hecho de que él lo quiere (como se ve esto ha sido habitual en la historia de la humanidad y no solo en los siglos XX y XXI). El villano, Peribáñez, hombre sencillo, modesto, un trabajador del campo, honrado y leal, no tiene más que sus tierras y ahora a Casilda, su mujer, la aldeana con la que acaba de casarse. El Comendador se encapricha de Casilda y está dispuesto a lo que sea con tal de hacerse con el favor de esa mujer. Al final Peribáñez se toma la justicia por su mano. Como dice Menéndez Pelayo, es la copla puesta en los labios de la esposa y cantada después por los labradores, "Más quiero yo a Peribáñez /con su capa la pardilla /que no a vos, Comendador, /con la vuesa guarnecida". Esta obra puede colocarse, por el tema, junto a "Fuenteovejuna" y "El mejor alcalde, el rey". En las tres Lope se sitúa al lado del pueblo, pero a diferencia de "Fuenteovejuna" no hay un drama social, sino la venganza de un honor ultrajado. El ofensor es un noble y el ofendido su vasallo; no obstante, este no duda de la dependencia que los une, porque no es un rebelde social: "Soy vasallo, es mi señor, /vivo en su amparo y defensa; / si en quitarme el honor piensa, /quitaréle yo la vida". En Peribáñez, Lope concede una mayor humanidad al agresor, ya que don Fadrique es apreciado por todo el pueblo. "Si aquí /el Comendador muriese, /no vivo más en Ocaña. /¡Maldita la fiesta sea!", dice Peribáñez. Sin embargo, le trastorna la pasión y no retrocede ante nada para satisfacer el deseo que le consume, hasta que al sentirse mortalmente herido vuelve a ser el noble caballero y reconoce que "me han muerto con razón".
Esta es la obra completa, grabada en la Plaza Mayor, precisamente. El teatro tal vez sea el arte más vivo, 400 años después:
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