viernes, 4 de marzo de 2022

"La tarde que la tertulia del Café Gijón encontró el Aleph".

Es la primera letra del alfabeto hebreo, ese infinito matemático que representa la eternidad. Borges, el autor y protagonista del cuento, ama platónicamente a Beatriz, la muchacha ya fallecida que nunca le correspondió (alude sin duda a su amor por Norah Lange, que se casó con el poeta Oliverio Girondo en vez de con él). Visita su casa cada aniversario de su muerte, como en un ritual sagrado y como si pudiera reencontrarse con ella volviendo a ver una y otra vez todas las cosas que ella amó. En cierto momento se hace amigo de Carlos Argentino Daneri, primo y amante de Beatriz, un aspirante a escritor famoso, a pesar de su gran mediocridad. Un día Daneri le llama por teléfono para comunicarle que van a demoler la casa de Beatriz. Su preocupación no es por el edificio sino por un objeto que está en su sótano, el "Aleph". Daneri confiesa a Borges que de niño descubrió su existencia. Había que estar tumbado en el suelo del sótano para ver aquel "lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos". Y en efecto Borges encontró "una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor", de dos o tres centímetros de diámetro, que encerraba el espacio cósmico, todas las cosas, vistas desde todos los puntos de forma simultánea, pero sin interponerse, el inconcebible universo. El juego de espejos de los dos Borges crea entre ambos un agujero negro, por el que el lector penetra en un mundo fantástico. Una idea tan compleja que no puede ser abarcada por la razón, porque sobrepasa sus límites. Tan solo un hombre mortal que haya podido superar las limitaciones humanas de percepción a través del Aleph conseguirá presenciar el punto del universo donde convergen todos los puntos, aunque para eso deba pagar un precio, el temor a que no le quede una sola cosa capaz de sorprenderle. Borges admiraba "La Divina Comedia", y su Beatriz podría ser la de Dante, como Daneri sería una combinación del principio y el final del nombre de Dante Alighieri.

Como comenté en la tertulia de este martes, el cuento me permitió avanzar en dos momentos esenciales de mi literatura, con relación a la expedición a Samarcanda que está en "Las mentiras inexactas" (2012) y en la novela que escribe en una buhardilla en pleno centro de Madrid el protagonista de "Poeta en Madrid" (2021). 
 
Como el resto de tertulianos, sé que Beethoven también encontró el Aleph, esa eternidad, y se la regaló a toda la humanidad:
 












 

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