Hace unos días estuve viendo un video del catedrático de literatura Germán Gullón donde reflexionaba sobre el éxito, básicamente en el mundo de los escritores, y lo efímero que resulta. Es un hecho que los medios convencionales de comunicación han dejado de tener el valor que poseían hace unas décadas. En mi infancia tan solo había dos canales de TV en España, donde siempre aparecían los mismos escritores, cantantes, personajes de la llamada prensa del corazón, con lo que acababan haciéndose famosos por insistencia. Hoy todo se ha globalizado, las opciones son inmensas y el éxito es temporal. En opinión de Gullón el verdadero éxito está reñido con la ambición desmesurada por lograr el triunfo y el reconocimiento, y tiene más que ver con lo que damos a los demás, en definitiva, con la bondad del ser humano.
Este es el video:
El
mayor éxito que conozco es vivir tu propia vida y tomarte un café en el
Viena, por ejemplo, o en una playa o en lo alto de la montaña, cerca
del cielo, mientras te acaricia el viento, o en la plaza de los pintores
de París, escuchando un saxo y un violín en cualquier calle del mundo,
al sol, como pedía el filósofo griego, y tú me miras y me escribes una
historia de amor con tus ojos:
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