Uno de mis amigos "íntimos", después de media vida juntos, es mi cura vasco favorito, Javier Ruiz de Arcaute y Álvarez de Mendizábal. Conoce al dedillo mis ideas y forma de ser y siempre me ha llamado santo laico. Con él he vivido multitud de experiencias de todo tipo y hemos compartido un despacho en la Universidad durante muchos años (también es sociólogo e impartió esta asignatura). Me siento orgulloso de todo lo que me ha enseñado sobre esta vida y sobre la otra. Hace unos días se cayó por las escaleras de su jardín, y tiene una pierna inmovilizada con sus 87 años a cuestas. No obstante, el hecho de que no pueda caminar, no significa que no pueda hablar. Ayer por la mañana le visité y hablamos de lo lindo, sobre todo de Unamuno y de sus libros "Niebla", "San Manuel Bueno, mártir" y "El sentimiento trágico de la vida". Ni él ni yo hemos defendido nunca ese "sentimiento trágico" tan español, sino todo lo contrario. Con él he recorrido el País Vasco y me ha llevado a todas las parroquias de Álava donde fue cura de joven, y todavía tenemos que dar muchos paseos en este lado de acá, como dijo Cortázar en "Rayuela". Javier es del Athletic y le encanta la comida vasca; por eso le hablé de una película vasca que vi en los cines Princesa el fin de semana pasado, "La vida padre", con un fantástico Karra Elejalde, que me recuerda "Ocho apellidos vascos". No es una obra maestra, pero no dejé de reír y sonreír y hasta me dieron ganas de aprender a cocinar en ese restaurante del viejo Bilbao. Curiosamente, Karra Elejalde también interpretó a Unamuno en la última película de Amenábar, como me recordó Javier:
Antes de irme le dije que me encontré a Karra una vez en un AVE, camino de Alicante. Estábamos sentados uno enfrente del otro, me vio escribiendo y me preguntó si escribía una novela. Entonces aún no sabía que un día escribiría sobre él, y que seguiré escribiendo la novela de mi vida con personas como Javier, que siempre estarán junto a mí mientras sea escritor.
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