jueves, 15 de septiembre de 2022

"El espíritu Godard".

"La calle Martín de los Heros es la calle del "cine" de Madrid. Es un lugar donde, en un par de días, puedes ver dos películas rumanas ("Sieranevada" y "Ana, mon amour"), una francesa decepcionante ("El amante doble") y una maravillosa española en catalán ("Verano de 1993"). Entre una y otra siempre un poleo o una manzanilla, que es lo que bebo. Por qué me gustará tanto el cine que me recuerda a Kieslowski y Bergman, a Kiarostami y Rohmer, a Godard y Tarkovski, a Kaurismaki y Haneke, a Von Trier y Kar Wai. La gente de alrededor lee "en silencio" las explicaciones de las películas. No se escucha el ruido de las palomitas ni de las latas de Coca Cola al abrirse. Ya se apagan las luces. No hay anuncios. Un señor mayor entra tarde en la sala. Está desorientado, y yo me levanto para buscarle su asiento. Empieza la película y me pongo a escribir".
 
Ayer recordaba Almudena Mestre este texto que escribí el año 2017, sentado en la terracita de la librería Ocho y Medio que está enfrente de los Golem. En él menciono a algunos de esos directores que me hicieron amar el cine como una de las bellas artes, y entre ellos está Godard, que ha muerto recientemente. No voy a entrar en la causa de su muerte a los 91 años. Solo diré que este tipo me hizo feliz con algunas de sus películas, cuando se apagaban las luces de la sala y entrabas en otro mundo. Es el dominio del punto de vista, la ruptura permanente del punto de vista, los traveling interminables, su forma de repensar una y otra vez el cine hasta convertirlo en meta cine y de aquí en meta realidad. Y quiero añadir algo más. No conozco a la directora Carla Simón (Barcelona, 1981), pero en el texto menciono su primera película. Esta mujer debe de estar tan loca como yo por cierto tipo de cine que podría recordarnos a la "Nouvelle vague". Su segunda película "Alcarrás" ganó el Oso de Oro de la Berlinale, y ha sido seleccionada para representar a España en los Óscar. 
 
No me importaría invitarla a la tertulia, ya presencial, del Café Gijón. Recuerdo que hace años nos acompañó en la tertulia otro director que empezaba, Agustín Díaz Yanes, con "Nadie hablará de nosotras cuando hallamos muerto", y en la última clase de ayer un alumno me dijo que su padre es director de cine, y nos acompañará en su momento.
 
En fin, seguiremos escribiendo mientras estemos vivos, y quizá nos encontremos "Al final de la escapada":
 

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