sábado, 8 de marzo de 2025

"El camino secreto entre la crisálida y la mariposa".


 
La vida es una transformación que no cesa, y así nacen la mariposa, el ser humano y el amor. Ovidio cuenta en las "Metamorfosis" cómo los dioses se transformaron en cuerpos nuevos para evolucionar de los albores del mundo hasta la actualidad. Se escribió hace más de dos mil años y ha inspirado a escritores, pintores y compositores. El secreto de que nos siga emocionando está en la universalidad de lo que trata, un tema inevitable para cualquier ser humano, el "cambio". Cuando estudié Literatura Comparada me examiné de este libro en la asignatura de "Tradición clásica". Y entonces supe que un escritor no puede escribir nada que valga la pena si no se sabe este libro de memoria. Este libro es todos los libros, como la Biblia para Faulkner. Mañana me iré al Auditorio para escuchar a la Orquesta Nacional de España, que tocará la Cuarta sinfonía de Mahler, la Rapsodia según un tema de Paganini, de Rachmaninov y Las constelaciones que más brillan, de García-Tomás, herederos del espíritu de las Metamorfosis y que cuentan en música cómo nos hemos ido convirtiendo en seres distintos de lo que fuimos alguna vez. He hablado mucho de Mahler y Rachmaninov en mis textos, y, casualmente, también lo he hecho de la joven compositora García-Tomás, como en este relato de mi último libro.
 
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"El otro día estaba impartiendo la clase del máster sobre
"Geoestrategia y Geopolítica", en la Universidad Pontificia de Comillas, y miré la hora. Entonces me fijé en los edificios de la Plaza de España a un lado de la ventana y saqué la fotografía. La mayoría de los alumnos son de la Universidad Carlos III y algunos vienen de Valencia y Castellón. Eran cinco horas seguidas de clase, y les hablé del universo y la energía, denominador común de todos los bienes. El universo no estalla debido a cuatro fuerzas complementarias, la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Las dos fuentes de energía son los flujos renovables, originados en los recursos renovables, y los depósitos o stocks limitados. Además cualquier transformación energética (mecánica, calorífica, eléctrica, química, solar o nuclear) supone una degradación, desorganización o desestructuración, que es lo que se llama entropía. La cuestión del deterioro del Medio Ambiente no solo tiene efectos éticos, sino estéticos. Y lo relacioné con las investigaciones de Dante, Da Vinci y Miguel Ángel. Algunos alumnos mostraron su escepticismo ante la importancia que concedía a lo estético. Después del descanso, uno de aquellos alumnos con los que más había discutido aseguró que nunca había tenido a un profesor que fuera tan completo, capaz de relacionarlo todo, las matemáticas y la historia, la física y la ingeniería, el arte y la literatura, y que te hiciera pensar y discutir. Ante esta avalancha de piropos, le dije que la Universidad está para eso, para hablar, pensar y discutir.
 
Espero que nadie piense que soy narcisista, jeje, aunque tampoco me importa demasiado, la verdad. Mientras me tomo el primer café de este caluroso sábado de verano escucho una ópera cómica posmoderna de Raquel García-Tomás. Se estrenó justo antes de la pandemia con once músicos, cuatro cantantes y toneladas de talento en el Teatro Español de la Plaza Santa Ana en una producción de ese teatro junto al Real y el Lliure de Barcelona. En cierto momento la acumulación de palabras es tal que evocan los textos de Las tetas de Tiresias, de Apollinaire, que convirtió en ópera Francis Poulenc en 1917.
 
¿Las redes sociales se han convertido en el río de Narciso? A Raquel se lo han preguntado en varias entrevistas a propósito de su ópera.
Siempre nos queda la posibilidad de elegir qué parte de nuestra vida queremos exhibir y cuál no".
 
("Je suis narcissiste", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés Editors y Universitat de Lleida, pp. 28 y 29).
 
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En este pequeño video se explica el concierto de mañana atravesado por Ovidio:
 

viernes, 7 de marzo de 2025

"Para escribir un buen poema es necesario ser una buena persona".


 
Dijo Walt Whitman, y ayer por la tarde lo recordó Juan Carlos Mestre en la presentación del último libro de poemas de Pedro López Lara, "Epílogo" (2025, Renacimiento). Madrid chorreaba por la persistente lluvia, pero quise conocer en persona a un poeta amable y profundo que casi todos los días me da los buenos días en las redes sociales, y por eso mismo me acerqué a la librería Sin Tarima, en Antón Martín. Nacido en Madrid en 1963, Pedro estudió Filología Hispánica cuando Javier del Prado ya era profesor en la Complutense. Casualmente me encontré a Javier en un Metro atestado y luego a otros amigos en la librería. Además de a Pedro y Juan Carlos, saludé a Eugenio Rivera, director de la revista Entreletras, abracé a Charo Fierro, Pepa Nieto (a la que no conocía en persona), Javier Lostalé y a mi profesora de Literatura del Siglo XVII Isabel Colón. La acompañaba su marido, Álvaro Alonso, que, lo que es la vida, ha sido profesor de Justo Jr. el año pasado en la misma asignatura. 
 
Pedro nos dijo que entiende su poesía como el "rizoma" del que nos hablaron los filósofos franceses Gilles Deleuze y Felix Guattari, en su ensayo del mismo nombre de 1976 y esto me interesó. Hablamos de un texto que nos pide que cuestionemos nuestra forma de escribir y de leer, un sistema de interpretación y entendimiento de la realidad contemporánea basado en varios principios como la conexión y la heterogeneidad.
 
Con este poema se cierra "Epílogo":
 
"Último aserto".
En algún sitio ha de existir una voz nueva, encontrable,
no por azar, sino como revelación,
una voz pura,
que ha conocido y olvidado todo, pero siente
que es capaz de expresarlo,
sin perseguirlo ni pensar, sin realizar esfuerzo alguno,
rememorándolo y descubriéndolo a la vez que lo dice.
 
Pero esa voz señera, que se sabe omnipotente,
ha de ver al final su privilegio
como una tiranía o un gravamen,
un deber que se puede descuidar y cuyo incumplimiento
sería la demostración irrefutable de su fuerza:
definitivo y concluyente, libérrimo aserto.
 
TODAVÍA me quedan dos cosas por hacer:
este poema
-que dejaré incompleto- y despues
 
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¿Después?, se pregunta el poeta. Si la vida y la poesía son como un rizoma, mientras me rodeaba de poetas y bohemios en el centro de Madrid donde viví en una buhardilla con la que amueblé mi novela "La paz de febrero" (2006), en el Auditorio Nacional se interpretaba la "Sinfonía del mar", de Ralph Vaughan Williams, como homenaje a las Víctimas del Terrorismo y que creo que emitieron en directo por la 2 de TVE. Si este texto lo he empezado invocando a Whitman, me apetece terminarlo diciendo que los textos de la sinfonía de Vaughan Williams son del libro de Whitman "Hojas de hierba":
 

jueves, 6 de marzo de 2025

"El artista siempre desnuda a sus modelos".


 
Otro de los regalos de mi "no cumpleaños" es una nueva edición de "El cine según Hitchcock", de François Truffaut. Por casa tiene que andar una edición más antigua que leí en su día. Todavía recuerdo la primera vez que vi en el cine algunas de sus películas en la Filmoteca Nacional que estaba en López de Hoyos, luego se trasladó al Círculo de Bellas Artes y más tarde al Cine Doré. Yo tenía 16 años y las había visto en TV. Y entendí que el cine no es inferior a la literatura, como dijo Bergman y recuerda Truffaut, algo que ha sobrevolado siempre en mis novelas hasta llegar a la película continua que quise escribir con "Un hombre que se parecía a Al Pacino" (2023) y por eso mismo a Hitchcock habría que situarlo junto a Dostoyevski, Poe y Kafka (él estudió ingeniería en su juventud, algo que se nota en sus películas, con sus conocimientos sobre la teoría de las leyes de la fuerza y el movimiento, y la teoría y la práctica de la electricidad). "Rebeca", "Encadenados", "La ventana indiscreta", "Vértigo", "Con la muerte en los talones", "Psicosis" y "Los pájaros" son un ejemplo. Pasados los años revisé toda su filmografía, incluso la británica de los años 30, y llegué a la conclusión de que es uno de los mayores "novelistas" del siglo XX, pero a través de las imágenes, no de las palabras. Truffaut también lo pensaba. ¿Cómo expresar la vida y el arte de manera solo visual? Truffaut dice en la introducción de este libro que Hitchcock fue uno de los grandes inventores de formas de la historia del cine, comparable a Eisenstein y Murnau, algo esencial ya que es la forma la que crea el contenido. Esto es lo que defiendo continuamente para la literatura, como he intentado plasmar en mis novelas y cuentos, y repito en mis tertulias (lo escribí el otro día hablando de la pintura y la técnica de Johana Roldán). La literatura cuenta los mismos temas ya desde el origen de los tiempos, pero lo que hace que los textos sean buenos o no es la "forma" que adquieren en cada momento de la historia. Hitchcock es de los escasos cineastas que puede filmar y hacernos perceptibles los pensamientos de uno o varios personajes sin la ayuda del diálogo. En ese sentido Truffaut también se acuerda de Stroheim, Lubitsch, Ford, Hawks y Welles. 
 
Mientras me tomo el primer café de la mañana, recuerdo una escena mágica, onírica entre James Stewart y Kim Novak de la que también habla el ensayo "Vértigo y pasión" del filósofo Eugenio Trías. No hay apenas palabras, tan solo miradas, la de él desnudándola sin que se quite la ropa y la de ella entregándose a un sueño:
 
En realidad, ¿el escritor no se pasa todo el tiempo desnudando a sus personajes?
 

 

miércoles, 5 de marzo de 2025

"Una tertulia literaria en francés".


 
Los de la tertulia literaria de Casa Manolo somos tan majetes que a veces la hacemos en francés. Mientras me tomo el primer café de la mañana en este Madrid frío, lluvioso y oscuro, pero solo por fuera, se me ocurre que voy a comenzar hablando de la tertulia de ayer por la tarde con el escritor francés Pascal Hermouet confrontando dos músicas diferentes, una para París y otra para Madrid. Así sonaría la música típicamente francesa en un café de París:
 
Y así lo haría la música Neoclásica en las noches de Madrid, pero a través de Boccherini, el cine y el mar, ya que todos los mares son de Madrid:
 
Ese barco que se va por el horizonte en "Master and Commander" es un poco el "espíritu viajero" de Pascal Hermouet, por Japón, México, Grecia, Turquía, Italia y España, un poeta nacido en Burdeos en 1966 que se pasea por el mundo como Jean-Jacques Rousseau y escribe libros con las pisadas de sus zapatos y de sus miradas y hace suyas las "Ensoñaciones del paseante solitario", una mezcla de anécdotas autobiográficas, descripciones de observaciones, especialmente de plantas, hechas por Rousseau en sus paseos por París y alrededores, y elaboraciones y extensiones de argumentos previos en campos de la educación y la filosofía política. 
 
Y ayer pensaba que los seres humanos somos más felices gracias a la literatura y el "je t´aime". Después de todo el francés es el lenguaje que nos hemos inventado para hablar de amor y para hacerlo, claro.
 



 

 

martes, 4 de marzo de 2025

"Poca gente elige la felicidad antes que el dinero".


 
Son palabras que me escribió ayer por aquí la madrileña / alemana Rosa Vidal Vicen, mientras me tomaba un café de máquina (aunque muy rico, con sabor a vainilla) en la quinta planta de mi Facultad en un descanso entre clase y clase. No recuerdo en qué momento me fijé en Rosa en este medio; quizá fuera cuando me dio por compartir una canción de Julio Iglesias, ya que alguien me había dicho que yo era un poco truhán, dentro de ser un señor, quizá una ex alumna que me cogió cariño y era la hija de un cónsul de algún país que no voy a mencionar. Mi alumna era inteligente, guapa y rica. Rosa me regaló una fotografía que se había sacado con Julio Iglesias, y la verdad es que estas cosas me parecen divertidas y entrañables. Después vino alguna vez a la tertulia cuando estaba en España y la hacíamos en el Gijón (algo que me estuvo pidiendo durante años otro ex alumno, dueño de este Café, y yo siempre le daba largas porque me apetecía seguir haciendo las tertulias en Malasaña, en el local de Mariwan Shall). A menudo Rosa se conecta desde Stuttgart a la tertulia virtual de los martes.
 
¿Soy un truhán, soy un señor?
 
Obviamente, yo también amo la vida y amo el amor, y soy bastante bohemio y soñador.

lunes, 3 de marzo de 2025

"De París a Madrid en busca de la estatua de la Libertad".


 

De vez en cuando me subo al coche y recorro Madrid por la noche, como en la fotografía que saqué el otro día con el edificio del BBVA levantado por Sáenz de Oiza en el que tuve mi primer trabajo, en el Servicio de Estudios. Allí me sentía como DiCaprio en el "Titanic", el rey del mundo, con 25 años:

https://www.youtube.com/watch?v=oci-8nzndoQ

Mi problema siempre ha sido que me canso en seguida de ser el rey de lo que sea y prefiero moverme entre poetas y novelistas, como una manera de preservar mi irrenunciable libertad. Digamos que soy lo que me han dicho tantas veces mis alumnos y ex alumnos, un pijo bohemio, un yuppi, un Bobó, como dicen en Francia. Precisamente, el escritor y profesor francés Pascal Hermouet será nuestro invitado en la tertulia de este martes en Casa Manolo.

Le he pedido que se presente.

"Es difícil presentarse en pocas palabras, pero es un buen ejercicio. Soy un profesor francés nacido en Burdeos que ahora vive en París. He enseñado letras francesas e hispánicas en el Técnico Superior (o sea dos años después del Bachillerato). Y ejercí como profesor de francés en México. Durante la tertulia presentaré mis libros que giran en torno a la Naturaleza (el Oeste de Francia, cerca de Nantes) y los viajes (zona mediterránea). Hablaré de mis proyectos relacionados con Madrid. "Veinte cantilenas madrileñas y unas chispas" es una obra híbrida, entre poemas cortos y un recorrido sentimental por el centro de Madrid; está escrita en francés, pero lo he traducido al castellano. El segundo será un poemario bilingüe que evocará una selección de cafés de distintos barrios de Madrid; también será un viaje sentimental".

En la segunda foto he recogido dos de sus libros. "Supernova" evoca la travesía del norte al sur de España, desde los Pirineos a Granada, pasando por Castilla. "Radiance" es la continuación, desde Granada a Barcelona con una etapa en Valencia. Pascal los llama "poemarios españoles".

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De todas formas, lo que a mí siempre me ha gustado es que venga la chica, me coja la mano y me dé un beso:

https://www.youtube.com/watch?v=Vy73Y_uSv-Q

 


 

domingo, 2 de marzo de 2025

"La pintora Johana Roldán, el arte pop, el mercado y el jazz".


 
Entre los regalos por mi "no cumpleaños" se encuentra esta foto de la pintora madrileña Johana Roldán, que nació en Alcalá de Henares. Es un cuadro que acaba de pintar. Johana sabe que la admiro como mujer y como artista. En su día le pedí que hiciera la portada de mis "Cuentos de los otros" (2017). En ese momento pintó dos lienzos, de un hombre y una mujer, que me gustaron, y dije a mi editor, Pepo Paz Saz, de Bartleby, que los utilizara para la portada. Johana es de esas personas que sé que son artistas aunque su obra no sea extensa ni famosa, algo que a mí me dejaría indiferente si lo fuera. Su mundo interior y creativo es revolucionario y además sabe pintar porque ha estudiado muchos años y es profesora de pintura en la Universidad. Hoy todo se compra con dinero y poder, como ha ocurrido siempre, por otra parte, los títulos, los premios, la fama tan efímera, aunque gracias a tantos medios de comunicación que hay por todas partes nos enteramos más deprisa. Por eso no me creo casi nada de lo que me cuentan sobre la literatura, el arte, la política, la economía. Y me dedico a estudiar, observar, analizar, leer, escribir, profundizar en la naturaleza de las cosas. Considero que lo esencial de una novela es el lenguaje, la atmósfera que se puede crear con el lenguaje. Cuando leo un libro lo sitúo siempre en su época y analizo si el lenguaje se hace eco de esta, en consonancia con los avatares y conocimientos del momento, ya sea la época clásica, la Edad Media, el Barroco, el Neoclasicismo, el Romanticismo, la Modernidad o la Posmodernidad, como en el arte. En el cuadro de Johana veo raíces expresionistas, lo que se observa en el color fuera de las ideas clásicas al usar tonos de piel basados en rosados o sombras en siena tostada, etc. A un tiempo encuentro los dejes del arte pop actual de la artista francesa Francoise Neilly que, como hija de arquitectos, aprendió a conocer el espacio desde niña, y a la que también le gustan los modelos sensuales, con bocas carnosas y caras angulares. 
 
Y lo anterior me lleva a la música. Mientras veía el cuadro de Johana no se me iban de la cabeza tres músicos de jazz actuales, la flautista Cheryl Pyle, el guitarrista Max Ridgway y el batería Urbuli Baba, y este homenaje contemporáneo a la pintura de mi tiempo, de este pasado mes de febrero:
 

"Literatura sin palabras".


 
Uno de los regalos de mi "no cumpleaños" es una nueva edición de "El cine según Hitchcock", de François Truffaut. Por casa tiene que andar una edición más antigua. Todavía recuerdo la primera vez que vi en el cine algunas de sus películas en la Filmoteca Nacional que estaba en López de Hoyos, después se trasladó al Círculo de Bellas Artes y más tarde al Doré. Yo tenía 16 años y ya las había visto en TV. Entonces entendí que el cine no es inferior a la literatura, como dijo Bergman y recuerda Truffaut, y a Hitchcock habría que clasificarlo junto a Poe, Dostoyevski y Kafka (estudió ingeniería en su juventud, y eso se nota en sus películas, con sus conocimientos sobre la teoría de las leyes de la fuerza y el movimiento, y la teoría y la práctica de la electricidad). "Vértigo", "Con la muerte en los talones", "Psicosis" y "Los pájaros" son un ejemplo evidente. Pasados los años revisé toda su filmografía, incluso la británica de los años 30, y llegué a la conclusión de que es el mayor "novelista" del siglo XX, aunque a través de las imágenes, no de las palabras. Y Truffaut también lo creía. ¿Cómo expresar la vida y el arte de una manera solo visual? Truffaut dice en la introducción de este libro, al que dediqué varias horas ayer por la mañana, que Hitchcock fue uno de los grandes inventores de formas de la historia del cine, comparable a Eisenstein y Murnau, algo esencial ya que es la forma la que crea el contenido. Esto es lo que defiendo continuamente para la literatura, como he intentado plasmar en mis novelas y cuentos, y repito en mis tertulias. Los textos cuentan siempre los mismos temas, pero lo que los hace buenos es la "forma" que adquieren en cada momento de la historia. Hitchcock es de los escasos cineastas que puede filmar y hacernos perceptibles los pensamientos de uno o de varios personajes sin la ayuda del diálogo. En ese sentido Truffaut también se acuerda de Stroheim, Lubitsch, Ford, Hawks y Welles. 
 
Mientras me tomo el primer café de este domingo donde dicen que va a nevar, recuerdo una escena mágica, onírica entre James Stewart y Kim Novak de la que también habla el ensayo "Vértigo y pasión" del filósofo Eugenio Trías. No hay apenas palabras, solo miradas, la de él desnudándola sin que se quite la ropa y la de ella entregándose a un sueño:
 
 
¿El escritor no se pasa todo el tiempo desnudando a sus personajes?
 

 


 

sábado, 1 de marzo de 2025

"Sobre la pasión".


 
Ayer por la tarde me quedé con la duda de si hoy debía daros a mis amigos un beso o un abrazo, ante tantas felicitaciones con palabras hermosas e inteligentes por mi "no cumpleaños". Lo que sí os pienso dejar por aquí es una música que me define. La Sinfonía Patética de Chaikovski es uno de los momentos culminantes del Romanticismo, con un sentido y una sensibilidad exacerbados. Más que "patética", como la llamó el hermano del compositor y así se ha quedado para la posteridad, la Sexta debería haberse llamado "apasionada". Él sabía que había escrito su mejor obra, y yo también lo supe cuando llegué hasta ella. Una tarde de aquellos largos veranos de mi infancia en la sierra escuché hablar a la abuela de una novia que tenía mi hermano de la música de Chaikovski. Decía que era la música más maravillosa del mundo, y siempre le había acompañado en sus viajes (su marido había sido general del ejército). Y la Patética era su favorita, una obra que se estrenó nueve días antes de que Chaikovski muriera de cólera con 53 años. Esta obra tiene uno de los movimientos compositivos más audaces y atrevidos del siglo XIX; ese final lento y "lamentante" pone patas arriba el paradigma sinfónico y cambia de un plumazo la posibilidad de lo que podría ser una sinfonía, puesto que en lugar de terminar con una gran alegría pública, se cierra con un dolor privado, íntimo y personal. Pero toda la obra es un tributo a la pasión con las melodías, las armonías, la orquestación, el drama. Los compositores que vinieron después, Sibelius, Scriabin, Shostakovich, Prokofiev se lo aprendieron de memoria. Y Mahler rindió un homenaje a la sinfonía con la Novena (la música que también me representa).

Cómo no voy a ser un apasionado de la vida y la belleza escuchando esta música desde niño: