sábado, 1 de marzo de 2025

"Sobre la pasión".


 
Ayer por la tarde me quedé con la duda de si hoy debía daros a mis amigos un beso o un abrazo, ante tantas felicitaciones con palabras hermosas e inteligentes por mi "no cumpleaños". Lo que sí os pienso dejar por aquí es una música que me define. La Sinfonía Patética de Chaikovski es uno de los momentos culminantes del Romanticismo, con un sentido y una sensibilidad exacerbados. Más que "patética", como la llamó el hermano del compositor y así se ha quedado para la posteridad, la Sexta debería haberse llamado "apasionada". Él sabía que había escrito su mejor obra, y yo también lo supe cuando llegué hasta ella. Una tarde de aquellos largos veranos de mi infancia en la sierra escuché hablar a la abuela de una novia que tenía mi hermano de la música de Chaikovski. Decía que era la música más maravillosa del mundo, y siempre le había acompañado en sus viajes (su marido había sido general del ejército). Y la Patética era su favorita, una obra que se estrenó nueve días antes de que Chaikovski muriera de cólera con 53 años. Esta obra tiene uno de los movimientos compositivos más audaces y atrevidos del siglo XIX; ese final lento y "lamentante" pone patas arriba el paradigma sinfónico y cambia de un plumazo la posibilidad de lo que podría ser una sinfonía, puesto que en lugar de terminar con una gran alegría pública, se cierra con un dolor privado, íntimo y personal. Pero toda la obra es un tributo a la pasión con las melodías, las armonías, la orquestación, el drama. Los compositores que vinieron después, Sibelius, Scriabin, Shostakovich, Prokofiev se lo aprendieron de memoria. Y Mahler rindió un homenaje a la sinfonía con la Novena (la música que también me representa).

Cómo no voy a ser un apasionado de la vida y la belleza escuchando esta música desde niño:
 

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