martes, 31 de diciembre de 2019

"Cowboy de medianoche".

Este 2019 se han cumplido 50 años desde que se estrenó una película que cuestionaba el clásico "sueño americano", y hablaba de homosexualidad y prostitución masculina sin tapujos, pero sobre todo hablaba de perdedores. La dirigió el inglés John Schlesinger, la rodó en las calles de Nueva York, lo que era poco habitual entonces, y no tuvo problemas con la censura, salvo para los reaccionarios habituales de todas las épocas. Tengo la sensación de que 50 años después esos reaccionarios han reaparecido en todos los estratos de la sociedad. Me refiero a la ola de conservadurismo que recorre el mundo, como podría decir el bueno de Marx, aquel burgués que apenas salió de la biblioteca de su barrio de Londres mientras escribía unos libros que casi nadie ha leído, y que está alumbrando un mundo de ganadores y perdedores, donde solo cuenta el éxito. La quise ver anoche antes de que se acabara 2019. Como suelo contar a mis alumnos, aquel fue el momento del mayo del 68, la primavera de Praga, la matanza de los estudiantes de México, los disturbios de Stonewall -que originaron el actual movimiento de liberación LGTB- o el festival de Woodstock. Aquellos jóvenes protestaban contra la Guerra de Vietnam, Dennis Hooper estaba a punto de estrenar su "Easy Rider", las mujeres querían llevar minifalda y bikini, y por supuesto en España la película no se estrenaría hasta unos años después. De la película me continúa gustando su libertad creativa, y Dustin Hoffman, por supuesto, que se había hecho famosísimo con "El graduado" solo dos años antes, una historia que tiene muchas cosas en común con esta. John Voight es Joe Buck, un apuesto y aniñado vaquero dispuesto a "comerse el mundo" con sus aires narcisistas y de conquistador, y Dustin Hoffman es Rico Rizzo, un tipo que está muy enfermo y sobrevive en los cuartuchos y en las cloacas de la ciudad a la que Joe va a parar en busca del éxito. Los dos constituirán una pareja que será las dos caras de la moneda de los desheredados del "american way of life".

Y volví a encontrarme sus colores saturados, la atrevida utilización de la cámara y la mítica banda sonora de una de las películas más tristes, lúcidas y sintomáticas del Hollywood de finales de los 60, retrato de una sociedad en cambio. Un fresco humanista que sigue dejando huella y mostrando una cicatriz generacional. En aquella época yo estaba abriendo los ojos y aún no era consciente de dónde me venía la luz. Años después, cuando volví a escuchar esta canción, recordé la dirección de esa luz:

https://www.youtube.com/watch?v=IQlmgmR4a4g

Feliz, libre y progresista Nochevieja, aunque pueda parecer un oxímoron.


1 comentario:

  1. Un genio llamado Justo Sotelo, al que tuve como profesor y al que puedo leer todos los días gracias a las nuevas tecnologías. Que no me faltes nunca, ese es mi deseo para el Nuevo Año.

    ResponderEliminar