No quiero que se me acabe 2019 sin hablar de una de las mejores películas que he visto este año en el cine, del surcoreano Bong Joon-ho. Le sucede lo mismo que a "Joker" o a la japonesa de 2018 "Un asunto de familia", de Hirokazu Koreeda, que son un cine excelente, pero que trascienden el arte para retratar el mundo que vivimos, la marginalidad económica y social de un capitalismo salvaje que parece no tener límites. Ahora ya no se habla de "proletariado", sino de "precariado".
Pero en este nuevo mundo no hay buenos ni malos o al menos todos somos responsables.
"Parásitos" son dos horas y pico que se pasan volando y donde se habla de las diferencias de clase, la necesidad de que no nos quedemos sin WIFI ni redes sociales, los fenómenos sociológicos que mueven a la gente, el terror y el misterio cotidianos a lo Hitchcock, con una evidente mala uva, pero que está contado de una forma encantadora. Lo primero que debería comentar es que la dirección y la puesta en escena son primorosas y muy elegantes, algo esencial en una película de personajes. Están tan bien escritos que nos los creemos desde que aparecen en la pantalla y se apoderan de ella. La he visto dos veces y estuve riéndome la mayor parte del tiempo, aunque sabía que lo que me estaban contando no era gracioso. Al poco de empezar la película me vino a la cabeza el libro fundacional de nuestro actual sistema capitalista, "Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones" (1776) de Adam Smith que, como es bien sabido, fue profesor de literatura y retórica, economista, filósofo y un viajero empedernido, algo que le permitió entender e intentar explicar el mundo, precisamente. Creo que es imprescindible recordarlo para contextualizar la película, teniendo en cuenta que Corea del Sur es una democracia realmente desarrollada y dominada por el capitalismo más salvaje. La idea de la "mano invisible" de la que nos habló Smith y siempre recuerdo a mis alumnos en clase es que los ricos necesitan a los pobres para que les hagan todos los trabajos que no saben hacer y los pobres a los ricos para comerse las migajas que les sobran a los otros.
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