Madrid era una ciudad un tanto caótica. Hacía muchísimo frío, medio
llovía y había huelga del Metro y de los autobuses. Yo tampoco andaba
católico. Sin embargo, ningún obstáculo pudo impedir que nos reuniéramos
una vez más un grupo de románticos para hablar de literatura y la
creación artística a partir de mi conferencia sobre Leopoldo María
Panero del viernes pasado en Tenerife. Mi intención era resumir algunas
ideas relativas a tres libros en
concreto, "Los papeles de Ibiza 35", la casa de la familia Panero en
Madrid, con prólogo del escritor y periodista Javier Mendoza. La obra de
Kierkgaard "Temor y temblor, sobre las figuras de Abraham e Isaac y su
relación con la idea de Dios. Y uno de los grandes libros de poemas de
Leopoldo María, de 1979, "Narciso en el acorde último de las flautas".
Todo ello me sirvió para unir las figuras del poeta con su padre (Dios) y
sus hermanos, Juan Luis y Michi.
La sorpresa fue cuando apareció el mismísimo Javier Mendoza, hijastro
de Michi (en el centro de la segunda fotografía), del que estuve
hablando con la prima Charo Alonso Panero durante el acto de la Cátedra
de La Laguna, y un tiempo antes con Pepo Paz, el editor de Bartleby que
publicó el libro de los papeles y los cuentos de Michi. Michi estuvo
muchos años casado con Sisita García-Durán, madre de Javier. Los que más
tarde serían padrastro e hijastro, y después sobre todo aliados, se
conocieron viendo 'Robocop' en el cine, cuando Javier tenía solamente 13
años. Esa noche nació una alianza que se concretaría en muchas
conversaciones y mucha literatura.
Luego Peter Redwhite, Javier del Prado y yo nos fuimos andando al Metro y Javier y yo terminamos hablando en la esquina de siempre, antes de que él se fuera a comprar jamón york para su nieta en un súper.
Está claro que las tertulias tienen un punto de magia y de maravilla.
Luego Peter Redwhite, Javier del Prado y yo nos fuimos andando al Metro y Javier y yo terminamos hablando en la esquina de siempre, antes de que él se fuera a comprar jamón york para su nieta en un súper.
Está claro que las tertulias tienen un punto de magia y de maravilla.
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