Quizá solo nos enamoremos con toda nuestra alma una vez a lo largo de
la vida. Los demás amores o enamoramientos no serían más que la
necesidad de girar alrededor de ese punto inicial donde alcanzamos la
plenitud, como un vórtice que se repitiera sin cesar. El amor es lo que
mueve el mundo, su falta, su necesidad, su búsqueda, su materialización como una forma
de experiencia casi antropológica. Ese amor vital es la base de la
novela "Entre dos tierras" de Matilde Tricarico D´Ambrosio, cuando se es
capaz de abandonar tus raíces, tu lengua y tus costumbres para vivir
con la persona que amas.
Ayer sábado dediqué una parte del día a leer esta novela corta de una escritora que además es médica pediatra, algo a lo que se ha dedicado toda su vida. Matilde es una nueva tertuliana del "Café Gijón" (está a la izquierda de la primera fotografía, con una amiga suya, también pediatra) y no hace mucho me regaló el libro que he puesto en la segunda fotografía, al final de esta reseña, y que se desarrolla entre Nápoles y Madrid. En realidad toda la novela sucede en la cabeza de la narradora, que se desdobla técnicamente entre la autora y el personaje principal en una "Bildungsroman" canónica. Elvira no es otra que Matilde y en todas sus páginas se refleja en ella, al igual que Nápoles se mira en Madrid, más que en Pamplona, ciudad donde transcurren algunas escenas. Elvira nos cuenta a través de varios saltos temporales hacia adelante y hacia atrás su infancia y adolescencia, la posterior muerte de su padre, su viaje a Londres donde conoce a un estudiante español del que se enamora, a pesar de que apenas domina su idioma. Viajará a España por amor y ahí se encontrará con un país distinto y peculiar que todavía no pertenece al Mercado Común (algo que no sucederá hasta el año 1986). De forma sutil Elvira y España irán cambiando casi al mismo tiempo, transformándose, lo que el lector percibe a lo largo de unas páginas muy bien escritas que se leen con facilidad. Al principio de la novela se menciona el "Parsifal" de Wagner, que se escuchaba en el bello palacio con jardín de su infancia, siempre lleno de gente (en esa época todo suele ser bello), y que podría sonar mejor que en un pequeño piso de la calle Fleming o el barrio de Mirasierra de Madrid. En la novela aparecen canciones populares tanto italianas como españolas, pero en cuanto leí el título de la última ópera de Wagner ya no logré quitármela de la cabeza mientras leía la novela. Tras su lectura pensé que en muchas ocasiones la propia escritura es, en sí misma, un viaje necesario, casi al origen de nosotros mismos como seres humanos, por lo que intuyo que Matilde buscaba su santo grial particular al escribir esta deliciosa historia. Y lo encontró.
Después de todo "Parsifal" es una de las obras más hermosas de la historia de la música y el oyente siempre se transforma cuando lo escucha, como a veces ocurre con los buenos escritores cuando se miran adecuadamente en el espejo:
https://www.youtube.com/watch?v=s88hmJ_osjY
Ayer sábado dediqué una parte del día a leer esta novela corta de una escritora que además es médica pediatra, algo a lo que se ha dedicado toda su vida. Matilde es una nueva tertuliana del "Café Gijón" (está a la izquierda de la primera fotografía, con una amiga suya, también pediatra) y no hace mucho me regaló el libro que he puesto en la segunda fotografía, al final de esta reseña, y que se desarrolla entre Nápoles y Madrid. En realidad toda la novela sucede en la cabeza de la narradora, que se desdobla técnicamente entre la autora y el personaje principal en una "Bildungsroman" canónica. Elvira no es otra que Matilde y en todas sus páginas se refleja en ella, al igual que Nápoles se mira en Madrid, más que en Pamplona, ciudad donde transcurren algunas escenas. Elvira nos cuenta a través de varios saltos temporales hacia adelante y hacia atrás su infancia y adolescencia, la posterior muerte de su padre, su viaje a Londres donde conoce a un estudiante español del que se enamora, a pesar de que apenas domina su idioma. Viajará a España por amor y ahí se encontrará con un país distinto y peculiar que todavía no pertenece al Mercado Común (algo que no sucederá hasta el año 1986). De forma sutil Elvira y España irán cambiando casi al mismo tiempo, transformándose, lo que el lector percibe a lo largo de unas páginas muy bien escritas que se leen con facilidad. Al principio de la novela se menciona el "Parsifal" de Wagner, que se escuchaba en el bello palacio con jardín de su infancia, siempre lleno de gente (en esa época todo suele ser bello), y que podría sonar mejor que en un pequeño piso de la calle Fleming o el barrio de Mirasierra de Madrid. En la novela aparecen canciones populares tanto italianas como españolas, pero en cuanto leí el título de la última ópera de Wagner ya no logré quitármela de la cabeza mientras leía la novela. Tras su lectura pensé que en muchas ocasiones la propia escritura es, en sí misma, un viaje necesario, casi al origen de nosotros mismos como seres humanos, por lo que intuyo que Matilde buscaba su santo grial particular al escribir esta deliciosa historia. Y lo encontró.
Después de todo "Parsifal" es una de las obras más hermosas de la historia de la música y el oyente siempre se transforma cuando lo escucha, como a veces ocurre con los buenos escritores cuando se miran adecuadamente en el espejo:
Buscaré este libro, Justo. Esa conjunción que has escrito entre lo místico y lo cotidiano resulta muy interesante. Muchas gracias por apoyar siempre a la cultura.
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