miércoles, 3 de febrero de 2021

"Cuando la dulzura y la sensibilidad se instalan en las tertulias on line del Café Gijón".

Es lo que ocurrió ayer por la tarde escuchando hablar a la escritora Emma Prieto Rubio. Leyendo los poemas de su libro "Radiografía de ausencias" (2020). Hablando de la figura de su padre que atraviesa el libro. Desnudándose emocionalmente. Es lo que he denominado siempre un ejercicio de honestidad creativa, de lo que sería la pura honestidad personal. Su obra se basa en un lenguaje técnicamente sencillo, casi transparente, pero con resonancias muy complejas y profundas, muy literarias. Es por ello por lo que al hablar de temas particulares, en realidad se está refiriendo a asuntos universales. Y en sus poemas aparecen Walser, Hernández, Maillard o la escrtora y profesora Valeria Correa Fiz, que será nuestra invitada la semana que viene.
 
Aunque la escritura de este libro le ha llevado varios años, en cierto momento leí este poema que Emma nos dijo que escribió durante el confinamiento y que no puede evitar referirse a las heridas:
 
"Qué osadía la de mis huesos.
Qué empeño el suyo por seguir viviendo.
Imprudentes,
avanzan sin importarles
que yo
casi preferiría que no.
Imagino sus disputas
con la carne adherida.
La carne que yo soy,
tiembla, se retuerce, se desgrana,
amarillea, pierde agua.
Dejadme, por favor,
dirá la carne
la carne que soy yo,
y la piel
quemaduras, cicatrices, estrías,
se hará eco:
dejadnos, por favor,
dejadnos.
Qué pretenden ellos,
los muy sordos
sosteniendo el cuerpo
un paso, otro, uno más.
¿No ven, acaso,
el precipicio rodeándonos?
Tal vez aprovechen el tiempo
la vida que ahora ls sonríe,
no están las cosas para malgastar nada.
Quién sabe cuál será su lugar luego,
cómo de extenso su desamparo
la soledad que les irá mordiendo
y desnudando.
Brasas azuladas me estremecen.
Una pena espesa pegada al paladar
por ellos, por mis huesos,
y por los huesos de otros,
envueltos en líquenes, cubiertos de tierra
indefensos
en una caja, en una cuneta,
sobre una pista de hielo,
Qué poco podemos hacer.
-¿De qué color será el infinito?-
Qué pequeños somos.
-¿De quién será lo que escribo?-
Decido celebrar la osadía de mis huesos
que tal vez mañana no haya tiempo.
Salgo a la calle.
Y brindo
-rellena la copa de óxido y rocío-
por la vida.
La vida,
que es lo que nos queda".
 
Y por eso hablamos de la inspiración poética, de la relación entre la prosa y la poesía, de los "paseos" como una manera de enfrentarte a ti mismo y lograr la inspiración.
 
Estamos hechos de ausencias y pérdidas, y así nos construímos. Como dice uno de sus poemas, Emma tiene tardes en que querría ser una hoja de otoño.
 




 
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