jueves, 1 de julio de 2021

"Vivir es ver pasar".

Es la segunda novela que publiqué, el año 1997. Ahora, después de tantos años, la ha leído la arquitecta y nueva tertulia del Café Gijón María José Muñoz Spínola. Hace unos días me escribió un Wasap para decirme todo lo que le había sugerido su lectura (publicó una reseña sobre la última, "Poeta en Madrid", y se está leyendo todos mis libros), y esto me llevó a viajar a mis veintitantos años, cuando empecé a escribirla (esta vez solo estuve seis o siete años), y volví a ponerme en la piel de César Figueroa, un periodista del diario "El Nuevo Madrid" que vive en la Plaza de Tirso de Molina, enamorado de Melia Acedarach y que se va a París para recuperar a Xavier, su amigo de juventud, donde vivirá la bohemia de esta ciudad hasta que decida regresar a Madrid porque la mujer de su vida se va a casar con otro en medio de un atentado de ETA.
 
Ayer por la mañana estuve releyendo algunos pasajes en la terraza mientras escuchaba jazz. 
 
En la página 101 escribí lo siguiente: 
 
"Xavier, Ivry-sur Seine. París, los recuerdos, París presentido. Cálido. Del lado de acá. ¿Otro Madrid? París de giocondas felices, de mapas del alma, de los libros de historia, de la revolución, de las perlas de la corona de Sacha Guitry. Onírico. París de los Campos Elíseos, de Proust y los días de enfermedad en busca de Albertina, tal vez de Dos Passos. París de la adolescencia, de Van Gogh y los otros pintores de la luz, de Ravel y el concierto de piano (el que no es para la mano izquierda), los naufragios de Debussy y la defensa a ultranza por Ortega en contra del edulcorado Mendelssohn, París de Berlioz y de los trasuntos románticos. París de Quasimodo, de Francisco I y la torre de los Lujanes desplazada de lugar. De la Torre Eiffel. París del Sena y la bohemia. París del mayo del 68 y las posturas heterodoxas del 69. París de Jean Gabin y Rohmer, de Godard y Gerard Philipe. París de seda y de lluvia. De Rayuela y de jazz. De hambre y de guerra. París como Madrid en invierno. París del recuerdo..., porque la primera vez que vio París César solo era un niño. Por eso París es una contradicción para él. Nada hay tan contradictorio como los recuerdos. París de Xavier. ¡Porque siempre tendremos París y a Bogart y a Bergman!"
 
Y este es Dexter Gordon tocando el saxo para los personajes de la novela. Es una composición de Dizzy Gillespie que nos lleva a Túnez, de la que algún día hablaré en otra novela. Pero esa es otra historia:
 
 

 

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