sábado, 31 de julio de 2021

"Una aventura que empezó en el aeródromo de Cuatro Vientos".

Ayer me perdí en mi propia ciudad, cosa que me ocurre a menudo, y sin apenas darme cuenta pasé de la M-30 a la M-40, me hice un lío en torno a Pozuelo, Aravaca y Prado del Rey -donde se encuentra la vieja sede de RTVE- y terminé en Cuatro Vientos, en la carretera de Extremadura. Detuve el coche frente a la puerta de la base aérea, y en ese instante recordé que desde aquel lugar partió, en avioneta, la "Expedición Samarcanda" de la que formé parte en el verano del año 2005 y siguió en varios coches por Turquía, Irán, Turkmenistán y Uzbekistán, para llegar a Samarcanda, en medio de Asia y donde todavía existe un barrio que se llama Madrid. La idea era celebrar los 600 años del viaje de Ruy González de Clavijo como embajador de Castilla a la corte de Tamerlán. Convertí aquel viaje en un cuento y luego en un capítulo de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012) donde, casualmente, aparece un tipo que se llama Justo Sotelo, que es cliente de la librería de la Plaza Santa Ana.

Ahora me tomo el primer café de esta preciosa mañana de verano y recuerdo que he subido una vez en globo, en la región de los lagos del norte de Inglaterra, muy cerca de Grasmere, aquel lugar verde y lluvioso donde está enterrado el autor de las "Baladas líricas" con las que nace el Romanticismo inglés, William Wordsworth, el poeta de la película de Elia Kazan "Esplendor en la hierba" (1961) y la voz y el rostro enamorado de una jovencísima Natalie Wood: "Aunque nada pueda hacer / volver la hora del esplendor en la hierba, / de la gloria en las flores, / no debemos afligirnos, / porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo". 
 
Y como no quiero bajarme de otra avioneta a Samarcanda, ya que para eso soy escritor, me meto en una película y apuro el café mientras escucho una música sobre la sabana de Kenia, cuando ella dice que "Denys me había dado una brújula, para seguir el rumbo, pero más tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos. Quizá él sabía, aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino". 
 
Luego ella me lavará el pelo o se lo lavaré yo:
 
 



 
 
 

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