viernes, 13 de mayo de 2022

"Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores", de Lorca.

 

"Cuando se abre en la mañana,
roja como sangre está:
el rocío no la toca
porque se teme quemar.
Abierta en el mediodía,
es dura como el coral:
el sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.
Cuando en las ramas empiezan
los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal;
y cuando toca la noche,
blando cuerno de metal,
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro
se comienza a deshojar".

Ayer por la tarde paseaba por Santa Ana y observé que en el Teatro Español están representando "La casa de Bernarda Alba", de Lorca. Y entonces recordé la última tertulia literaria del Gijón y la lectura dramatizada de María Rodríguez Velasco de un fragmento de "Doña Rosita", la última obra que Lorca vio representada en su vida, el año 1935. No hace mucho María me envió esa fotografía desde el teatro romano de Mérida, con la escultura de la mítica Margaritu Xirgu que recuperó ese teatro con la "Medea" de Séneca, en la traducción de Unamuno. Lo más curioso de esta historia que escribo mientras me tomo el primer café de esta mañana tan bonita de primavera es que la Xirgu fue la que estrenó Doña Rosita en el teatro Principal Palace de Barcelona.
 
Mientras volvía caminando a casa estuve pensando en la última vez que vi la obra en Madrid. No recuerdo el teatro, quizá fuera el María Guerrero o el Bellas Artes. La historia no se me ha olvidado y menos aún el significado del "lenguaje de las flores" representado por "la rosa mutábilis" del romance con versos octosílabos que he puesto al principio.
 
"Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores". Poema granadino del novecientos, dividido en varios jardines, con escenas de canto y baile está estructurada en tres actos que se sitúan en 1890, 1900 y 1910. En el primero se presenta la afición del tío a cultivar flores en un invernadero (recita el romance de la rosa), y los personajes de la tía y el ama. Aunque discuten mucho comparten el amor por Rosita, la sobrina que se ha criado con ellos y que se ha prometido con su primo ("el sobrino"). Durante una salida de Rosita, este dice a la tía que se marcha a Tucumán donde está su padre. Aun así promete a Rosita que volverá a casarse con ella y ella asegura que lo esperará. En el segundo acto, 10 años después, el mundo ha cambiado, pero Rosita continúa bordando su ajuar y esperando las cartas del primo. La tía y el ama discuten sobre si debería olvidarlo por fin y casarse. El día de su santo la visitan las solteronas y las Ayolas, y se pone de manifiesto el desprecio hacia las mujeres que se quedan solteras y el clasismo que existe. Este acto acaba con la carta donde el primo le propone casarse por poderes. En el último acto, el tío ha muerto y ellas tienen que abandonar el carmen del Albaicín donde viven. El primo de Rosita ya se ha casado con otra y ella se ha quedado sola. Poco a poco desalojan la casa, ya que había sido hipotecada para pagar su ajuar. 
 
La rosa es roja al empezar el día, blanca al mediodía y se deshoja y marchita cuando llega la noche:
 

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