Ya sé que Madrid es una fiesta todos los días, y a mí me gusta que lo sea. Que haya gente por cualquier sitio por donde vas, y ruidos, coches, jaleo, cafés, comedias musicales. Y hasta que gane la liga el Real Madrid. Bueno, la verdad es que yo prefiero que la pierda y que la gane el Atletico, jeje, que es mi equipo, pero qué le vamos a hacer, "nadie es perfecto", como dijo el dios Billy Wilder en la última frase de "Con faldas y a lo loco".
Estas tres fotografías de ayer por la tarde son de los tres tramos de la Gran Vía, justo cuando todavía se jugaba el partido de fútbol. Al pasar caminando por Chicote, la coctelería que tanto les gustaba a Ernest Hemingwy, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Cary Grant, Frank Sinatra me trasladé rápidamente con la imaginación hasta la novela póstuma de Hemingway. "Yo no sería escritor, dijo Vila-Matas, de no haber leído "París era una fiesta" a los 18 años, en ese mismo café de la Place Saint Michel que él siempre dijo que era estupendo para escribir". ¿Cúantas veces no habré estado yo en la plaza del Barrio Latino, en varios de sus hoteles, cafés, librerías y cines? Es la obra más personal y reveladora de Hemingway, quien, al final de su vida, cuenta los dorados, salvajes y fructíferos años de su juventud en el París de los años veinte, junto a escritores como Scott Fitzgerald, Pound, Faulkner o Eliot, la llamada "Generación perdida", según la denominación acuñada en aquella epoca por Gertrude Stein, mítica madrina del grupo. De todo esto hablamos, por cierto, en la tertulia del Gijón del martes pasado. "Midnight in París", de Woody Allen no sería la misma sin esta novela. Bajo el cielo de París todo es posible, sin duda:
Y ahora la magia de la literatura de Hemingway: "Una chica entró en el café y se sentó sola a una mesa junto a la ventana. Era muy linda, de cara fresca como una moneda recién acuñada si vamos a suponer que se acuñan monedas en carne suave de cutis fresco de lluvia".
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