Ayer por la mañana me encontré esta exposición en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense a la que me acerqué después de mi clase para tomar un café con leche, como siempre en vaso. Más de 10 millones de mujeres, hombres y niños en todo el mundo no consiguen ser reconocidos por ningún país. Sin documentos, las personas apátridas son legalmente invisibles y están condenadas a la existencia en la sombra y despojadas de los derechos humanos básicos que disfruta cualquier ciudadano, la educación, la sanidad, la vivienda, el trabajo legal, la libertad de movimiento, el derecho a votar o a contraer matrimonio (casi todos los artículos de economía que he escrito y líneas de investigación que he dirigido se refieren a John Maynard Keynes -gran amigo de Virginia Woolf y el Grupo de Bloomsbury-, el Welfare State, el desarrollo sostenible y la defensa de los derechos humanos). ACNUR ha presentado "APÁTRIDAS. El laberinto de los invisibles" como el "laberinto de los desamparados" a través de la arquitectura de telas colgantes y espejos. Me metí en el espejo del niño de la fotografía sabiendo que él tan solo busca su lugar en el mundo y que lo quieran.
Ya sé que es una tontería, pero mientras atravesaba los jardines que separan esta Facultad de la de Derecho no se me iba una canción de la cabeza:
Tremendo 🥺
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