Ayer el poeta y editor conquense Carlos Morales del Coso (1959), en la segunda foto, escribió sobre mi última novela: "Me ha gustado "Poeta en Madrid", a la que veo, más que como una novela, como la trama de una obra de teatro en la que un hombre se enfrenta a sus vivos y a sus muertos para armar un texto que le excede y que no es otra cosa que su propia identidad. Lo tomo como un placer privado, un gesto orquestal y, al mismo tiempo, como un libro para aprender los misterios de la escritura, en todos sus registros. Después de concluir mis cosas espinosas con el Holocausto, su lectura ha obrado en mí el milagro de la descompresión espiritual. Es lo único que le pedía a Justo Sotelo, y el escritor me lo ha dado. No sé si me dará tiempo a conocerlo, o si las circunstancias me permitirán coincidir con él en algún lugar de la Corte. Así que, en la distancia, me limito ahora a quitarme el sombrero para verlo pasear por ese Madrid afable donde cunden la libertad, el dolor, la generosidad y la belleza".
Y yo le doy las gracias por su labor de recopilación como editor de la poesía de la Shoah.
Y se lo agradezco escuchando una canción sefardí interpretada por el dúo Metha. Conocí a los hermanos Rocío y Jorge Cabello a través de uno de mis grandes amigos, José María Lancho. Y los invité a la tertulia presencial del Café Gijón en febrero del año pasado. Llevan años reinvindicando la memoria de las víctimas del Holocausto y el papel humanista de la música. Como siempre, hicimos la tertulia en la cripta, donde Rocío tocó el violín, pero terminamos en la parte de arriba (primera foto), mientras Jorge tocaba el piano de cola y Rocío cantaba "Adio Kerida":
Y me regalo una propina de este dúo mientras me tomo el primer café de la mañana:
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