Ned Merrill pretende volver nadando a su casa de piscina en piscina en las lujosas urbanizaciones de clase alta de Connecticut. En casa le esperan su mujer y sus cuatro hijas, quizá jugando al tenis. Por el camino se encontrará con varias de las mujeres que formaron parte de su vida, una apasionada adolescente que está a punto de dejar de serlo, una ex amante despechada, la sensual esposa de un viejo amigo. Y como en el cuento de John Cheever que Burt Lancaster interpretó en el cine, uno de los mayores relatos de la literatura del siglo XX publicado en "The New Yorker" en 1964, Javier Del Prado y yo ayer por la tarde fuimos de caseta en caseta de libros. Me había recogido con un taxi en la puerta de Casa Manolo, y llegamos hasta la puerta de El Retiro en Ibiza. Primero nos detuvimos en la caseta de Huso, donde pudimos saludar a mi editora Mayda Bustamante y Merche Medina, que me dio el cartel de mi firma que no me llevé el sábado pasado. A continuación nos bañamos con Pepo Paz Saz, en la caseta de Bartleby (Pepo también es mi editor) y charlamos con él y con el poeta Miguel Sánchez Gatell, hijo de mi recordada poeta Angelina Gatell. En tercer lugar llegamos hasta la caseta de Huerga y Fierro, donde hicimos muchas fotos con los tinerfeños Charo Alonso Panero y Javier De la Rosa, junto a los editores Charo Fierro y Antonio Benicio. Después de reírnos un buen rato y hablar de la cátedra de Panero, nos fuimos a la caseta de Milenio, donde Javier firmaba su libro "Voluntad de horizonte y añoranza de Morada", en la Universidad de Lleida. Javier nunca me dio clase directamente en la Facultad de Filología, pero sí lo hicieron varias de sus discípulas, que aparecieron por allí, al igual que Isabel Montero (su marido nos sacó una foto), Mariwan, Yolanda y Richard.
La vida de algunos puede ser ir de piscina en piscina o de caseta en caseta:
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