lunes, 27 de septiembre de 2021

"El escritor modelo".

Umberto Eco buscaba un "lector modelo", ese lector fiel e ideal, un lector "in fabula" que siguiera leyendo su obra tras las primeras 100 páginas, como explica en su breve texto "Apostilla a El nombre de la rosa". Ayer se me ocurrió hacer de "escritor modelo", a propósito de la imagen que me atribuye tanta gente, y me hice estas fotografías en algún lugar del norte de la provincia de Madrid de cuyo nombre no quiero acordarme, aunque allí nació un personaje esencial de la historia de España, que además llegó a cardenal. A esa misma hora, se inauguraba la temporada de la Orquesta Nacional de España en el Auditorio de Príncipe de Vergara, algo que me llevó a recordar el último día en el que estuvimos allí, en febrero de 2020, poco antes del confinamiento. Entonces se interpretaron dos obras de Elgar y Schumann, y ayer casualmente del propio Schumann y de Sibelius. Lo estuve escuchando en el coche y mientras lo hacía mi mente se trasladó a otro auditorio, el Albert Hall de Londres, cuando escuché otra obra de Jean Sibelius, su Segunda Sinfonía, que con el tiempo daría lugar a uno de mis "Cuentos de los otros". No sé si "mi" lector modelo o ideal estará de acuerdo con el escritor modelo, al buscar que el final de la sinfonía y mi cuento fueran la misma cosa:
 
"Sibelius en el Albert Hall".
 
"Llevaste un canapé a su boca y ella te ofreció a cambio un trozo de empanada. Se había arrodillado en un costado de la cama y sus pechos subían y bajaban frente a tus ojos mientras la comida penetraba en tu garganta. 
 
Cuéntame otra vez la historia de ese concierto de Londres, dijo acariciando tus labios. Ya sé que eras muy joven y viajabas por primera vez a esa ciudad. También quiero que me digas que te alojaste en una residencia de estudiantes de la Universidad, al lado de Hyde Park. Que veías el edificio de la orquesta a todas horas y por fin sacaste las entradas para un concierto con obras de Respighi y Sibelius. Y que estuviste tumbado y sentado en el patio de butacas porque los Proms son así. Dime que aquella música te cambió la vida y que fuiste capaz de apreciar la belleza que existe en ese vacío inefable del Universo del que nace el arte como una delicada rosa en primavera. ¿Sabes por qué te amo? Voy a decírtelo. Porque representas la belleza humana y la felicidad.
 
No se me ocurre otra mejor manera de pasar la tarde que con ella en la cama, le digo por mi parte tras pasar el brazo por su espalda y acariciar el lunar de su cuello, comiendo canapés y escuchando la Segunda Sinfonía de Sibelius, con las trompetas y los violines repitiendo sin descanso la misma frase del final.
 
Hasta que llega al orgasmo entre mis brazos".
 
"Cuentos de los otros", 2017, Bartleby, p. 21).
 




 

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