Miras hacia la lámpara encendida y me dices que te recuerda a una chimenea. Ahora está apagada, pero ha debido de arder hace algún tiempo. El tiempo no es una constante, añades, sino que depende de la velocidad. La leña se ha tenido que quemar lentamente, pero ni la ceniza ni los gases emitidos habrán pesado ya lo mismo, estás segura. Lo esencial es que haya surgido el calor de la combustión, es decir, la energía.
Te giras hacia mí y me miras. Y me dices que te gusta que sea el personaje de una película, aunque dudas entre dos:
Y luego me besas.
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