El sueño del escritor es que lo relean. Ya lo pensaba cuando leía en alto de adolescente mis relatos a mis padres, frente a la chimenea de la casa de campo. Y lo curioso es que con el paso del tiempo me lo han dicho muchas veces. "En realidad, te releo, Justo". El otro día se lo escuché decir a la barcelonesa Su March, y podría seguir con otros nombres y fotografías como la de Su. Podría decir que escribo para ser famoso, ganar dinero y hacerme rico, para tener cientos o miles de "likes" en las redes sociales, para que se enamoren de mí o para pasar a la posteridad, pero no sería verdad. Lo conté de otra forma hace un tiempo:
"El libro subrayado".
"Cuando un lector subraya el libro que está leyendo, en realidad está hablando en voz baja con el escritor.
Umberto Eco investigó la idea de ficción durante buena parte de su vida y relacionó el texto narrativo con un bosque cuyos senderos se bifurcan, en alusión a Borges, para volver a encontrarse en el territorio onírico del duermevela.
La experiencia humana toma sentido en la literatura a través del tiempo y el espacio, como diría Ricoeur. El lector llena los huecos que deja el escritor de manera consciente, todo eso que no se dice ni se escribe, algo que yo defiendo en la literatura contemporánea.
Considero que es más importante lo que no se dice que lo que se dice.
Por eso resulta esencial que el escritor y el lector “hablen” continuamente, por ejemplo, a la luz de la lámpara de la mesilla de noche, mientras todo el mundo duerme en casa y solo ellos están despiertos. De esa forma la literatura sería la verdadera causa de la infidelidad de las parejas. Las demás causas son necesidad de poder, de sexo, de protección, de dinero, es decir, poca cosa".
("Cuentos de los otros", 2017, Bartleby, p. 128).
Esto
de las infidelidades es un asunto controvertido, claro, me digo
mientras me tomo el primer café de esta bonita mañana. Por eso espero
que nadie se enfade conmigo. Después de todo ya se sabe de quién es la
culpa:
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