Hoy me ha despertado, literalmente, el vuelo de una mariposa que se había metido en la habitación. Como vivo en un ático casi todos los días me despierta el canto de los pájaros, algo como esto:
Y en seguida la mariposa me ha recordado que ayer la tertulia del Café Gijón se fue a Santiago de Chile, con mi antiguo alumno David Blanco (segunda foto), y a Algarrobo, una localidad de la costa de aquel país, desde donde nos habló de la editorial Mago el escritor y editor Máximo González García (tercera foto), hasta que se le fue la conexión. Ambos nos hablaron de la importancia de la poesía para el pueblo chileno, quizá porque están separados del mundo por el muro de las montañas y de pasadas dictaduras. Ahora quieren una nueva Constitución y continuar escribiendo versos a su pasado y a su futuro. David leyó un poema de Vicente Aleixandre para empezar la tertulia, "Para quién escribo", de su libro "En un vasto dominio" (1962) y luego nos recitó poemas de los chilenos Jose Maria Memet y María Ramírez Delgado.
Ahora, mientras me tomo un café, la mariposa me recuerda que los chilenos no necesitan leer los libros de historia, sino sus libros de literatura. La mariposa también me comenta que algo así nos ocurre a los demás habitantes de este mundo. El tiempo pasa, pasan los sistemas económicos y políticos, pasan las horas y los días y la lluvia, y queda la poesía.
"Para quién escribo"
I
¿Para
quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista
o simplemente el curioso.
o simplemente el curioso.
No
escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote
enfadado, ni siquiera para su alzado índice
admonitorio entre las tristes ondas de música.
enfadado, ni siquiera para su alzado índice
admonitorio entre las tristes ondas de música.
Tampoco
para el carruaje, ni para su ocultada señora
(entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los
impertinentes).
(entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los
impertinentes).
Escribo
acaso para los que no me leen. Esa mujer que
corre por la calle como si fuera a abrir las puertas
a la aurora.
corre por la calle como si fuera a abrir las puertas
a la aurora.
O
ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza
chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma,
le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.
chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma,
le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.
Para
todos los que no me leen, los que no se cuidan de
mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).
mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).
Esa
niña que al pasar me mira, compañera de mi
ventura, viviendo en el mundo.
ventura, viviendo en el mundo.
Y
esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida,
paridora de muchas vidas, y manos cansadas.
paridora de muchas vidas, y manos cansadas.
Escribo
para el enamorado; para el que pasó con su
angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que
al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando
preguntó y no le oyeron.
angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que
al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando
preguntó y no le oyeron.
Para
todos escribo. Para los que no me leen sobre todo
escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los
pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin
oírme, está mi palabra.
escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los
pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin
oírme, está mi palabra.
II
Pero
escribo también para el asesino. Para el que con
los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió
muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.
los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió
muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.
Para
el que se irguió como torre de indignación, y se
desplomó sobre el mundo.
desplomó sobre el mundo.
Y
para las mujeres muertas y para los niños muertos,
y para los hombres agonizantes.
y para los hombres agonizantes.
Y
para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la
ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.
ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.
Y
para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón,
su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de
depredadores.
su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de
depredadores.
Y
para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en
las aguas.
Y
para esas aguas, para el mar infinito.
Oh,
no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación
casi humana, como un pecho vivido.
casi humana, como un pecho vivido.
(Un
niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el
corazón del mar, está en ese pulso).
corazón del mar, está en ese pulso).
Y
para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final,
en cuyo seno alguien duerme.
en cuyo seno alguien duerme.
Todos
duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador
y el naciente, el finado y el húmedo, el seco
de voluntad y el híspido como torre.
y el naciente, el finado y el húmedo, el seco
de voluntad y el híspido como torre.
Para
el amenazador y el amenazado, para el bueno y el
triste, para la voz sin materia
y para toda la materia del mundo.
triste, para la voz sin materia
y para toda la materia del mundo.
Para
ti, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar,
estás leyendo estas letras.
estás leyendo estas letras.
Para
ti y todo lo que en ti vive,
yo estoy escribiendo".
yo estoy escribiendo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario