sábado, 29 de mayo de 2021

"Leer es sexy".

A veces me dicen que soy un escritor sexy, lo que siempre me saca una sonrisa de incredulidad; la última vez ha sido el otro día en esta red social. Y ahora me apetece escribir un poco sobre ello. Lo sexy nace en la sugerencia, en la posibilidad. Aquello que nos atrae física y sexualmente crece en la ausencia parcial, en lo que no se ve, pero se intuye que está en alguna parte. El problema es que lo que cada uno entiende que es "seductor" para los demás a menudo es irreal, una fantasía motivada por la época en la que vivimos. A uno le hace o no sexy su propia autoestima, el que te importe un comino lo que los demás piensen de ti. Es algo más psicológica que físico, creo, y no tiene que ver con la edad ni con la ropa que te pongas. La moda cambia continuamente, pero no sucede lo mismo con la valoración que cada cual hace de sí mismo. Ayer escuché en alguna parte que Kurosawa, el más grande director de cine japonés del siglo XX, intentó suicidarse porque la crítica había menospreciado una de sus películas.
 
Mientras me tomo un café y observo esa fotografía, me vienen a la cabeza cuatro películas muy hermosas y muy literarias. Ver cine, cierto tipo de cine, como leer cierto tipo de literatura, es bastante sexy:
De "Martin H" (1997), de Adolfo Aristarain:
 
De "El lado oscuro del corazón" (1992), de Eliseo Subiela:
 
De "Lo importante es amar" (1975), de Andrzej Zulawski:
 
Y falta la banda sonora a este post, la de "Deseando amar" (2000), de Wong Kar-wai:
 

 

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