jueves, 13 de mayo de 2021

"El autobús de la playa".

"Le pregunté la hora a la salida de la biblioteca pública. Ella me miró y me dijo que no llevaba reloj, pero que podíamos caminar juntos hasta el parque.
 
Hacía una bonita tarde de mediados del mes de septiembre.
 
A principios de octubre quise llevarla a una playa lejana. Nos acercamos a la estación de autobuses hablando sin parar y perdimos el único que conducía a la playa; el problema es que no salía otro hasta un año después. Alargué el brazo al primer taxi que pasaba por allí y le pedí que siguiera al autobús y lo adelantara; así podríamos cogerlo más adelante. El taxista sonrió condescendiente, pero nos aseguró que habría más pasajeros a lo largo del trayecto. Le dijimos que no nos importaba. En los siguientes minutos varios hombres y mujeres subieron y bajaron del taxi. Hablamos con ellos, intentamos conocerlos y caerles bien. Como era previsible, el taxi adelantó al autobús y ella y yo lo esperamos en la siguiente parada. Poco después ocupamos los únicos asientos que quedaban libres. Sonreímos felices hasta que nos miramos a los ojos; de pronto nos habíamos convertido en dos ancianos.
 
No te preocupes, dijo ella convencida. Aunque no llevo reloj, sé que nuestro amor es eterno.
 
Y nos besamos al llegar al parque".
 
("Cuentos de los otros", 2017, Bartleby, p. 15).
 



 

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