Esta es una frase que escribió el otro día Emil Sinclaire Hoffmann, seudónimo a lo Hermann Hesse del escritor Iván Cabrera Cartaya (Tenerife, 1980).
Tomando la frase como excusa, no voy a hablar de lo "maravillosa" que es mi novela, sino de otras cosas que me interesan más, como eso de encontrar nuestro lugar en el mundo a través de la vida, el amor, los amigos y la propia literatura.
Iván se licenció en Filología Hispánica y Francesa por la Universidad de La Laguna, donde también estudió Historia del Arte y Filosofía. Esta Universidad me gusta y por eso he dado varias charlas en ella (siempre procuro hacer cosas que me gustan, no que me disgustan), además de comer y tomar algo en su cafetería mientras analizaba la actitud y el comportamiento de los jóvenes. Si quiero ser un buen escritor, tengo que procurar observar a la gente, en la calle, en el Metro y los trenes, dentro de los aviones, entre las paredes de las cafeterías de los museos, de las facultades, de los teatros y los cines, donde me siento a veces y miro. Lo de menos puede ser la película, la obra de teatro o la exposición de turno; lo interesante es tratar de meterse en el cerebro de la gente, como diría Henry James.
- Teniendo en cuenta que sabes tanta literatura, me lo tomaré como un cumplido, respondí a Iván.
Iván es un filólogo realmente preparado, aunque siempre hemos discrepado respecto de "Cien años de soledad", ya que a él no le gusta y yo la considero una de las obras maestras del siglo pasado, con lo que esto conlleva para entender y leer a Borges, Arreola o Cortázar.
- Solo quería felicitarte y darte mi agradecimiento por escribir este libro, añadió Iván entonces.
Y justo en ese momento recordé que tengo varias fotografías con Iván, como la segunda que he compartido y que saqué el año 2013 en un local del centro de Santa Cruz de Tenerife, en la presentación de un libro de la escritora canaria Raquel Martín Caraballo, junto a la también escritora Alba Sabina Pérez. Allí mismo me encontré con mis amigos escritores Isabel Medina, José Ramón Sampayo (que se ha incorporado este curso a la tertulia del Gijón), Domingo Acosta Felipe y Agustín Díaz Pacheco. Con ellos también he comido alguna vez y tomado más de un café. A Isabel Medina le presenté en 2016 una novela en el Matadero de Madrid, "Olympe de Gouges", la vida de Marie Gouze, escritora, dramaturga, filósofa y política francesa, autora de la esencial "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana" (1791), además de que ella hiciera lo propio con mis "Cuentos de los viernes" (2015), junto a Domingo Acosta Felipe en la Librería de Mujeres de Santa Cruz (primera fotografía), en la que estuve acompañado, además de por los escritores que ya he citado, por Cecilia Domínguez Luis (premio Canarias de literatura), Antonio Arroyo Silva, Jose Felix Saenz-Marrero (que también forma parte de la tertulia del Gijón), Candelaria Villavicencio, mi querida Lali, a la que acabo de escribir el prólogo del que será su primer y profundo libro de poemas (en realidad una especie de carta para celebrar la vida y la literatura), Teresa Marris, Carmen Paloma Martínez, Chema Menéndez, María Felina León Beltrán y Montse Trujillo Cónsul, entre otros amigos.
Y así es como escribo la novela de mi vida, tomándome uno o dos cafés cada mañana y escuchando música como esta, en un lugar en el tiempo y en el mundo entre Madrid y Tenerife, perpetuamente enamorado:
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